En busca del personaje (5). La cultura como terapia

Hace quince días en el número cuatro de este juego, ustedes asaltaron Kabila con un barbaridad tan bárbara que hasta Atila tembló. Ni más ni menos que en cuarenta minutos, recórd difícil de superar, acertaron los cinco personajes: Miguel Ángel, Marilyn Monroe, Albert Camus, Adriano y Madame Curie ¡Mamma mia!

Bueno, pues los que acertaron fueron Adanero, Alex de la Viuda y Voll.

Y ahora como siempre, sigue el texto. Recuerden que simplemente sirve para dar palabras-pistas, y éstas no tienen por qué tener el mismo sentido que en el texto. Por cierto, la foto hace referencia a uno de los cinco personajes.

Siempre discutía de viajes y de ciudades con su amigo Richard, no tenía dudas, Venecia era su ciudad preferida, aunque le llamaban la atención los Países Bajos. Le hubiera ilusionado ir a Pekín, pero no había tenido ocasión. Por razones económicas, pasaría unos días en Alemania con su esposa, Dolores, una española de Asturias con raíces vascas. Una visita a las capitales importantes, a la selva Negra y un crucero por el Rin. Ya estaba todo pensado. Eso y un colgante de oro era el regalo que le había hecho a su mujer al cumplir los cincuenta y cinco años.

Además de viajar, le gustaba leer. Había terminado The Killers de Hemingway y ahora estaba con la Guerra Civil española de Hugh Thomas. Y de esa guerra le atraían los voluntarios republicanos, los milicianos, dispuestos siempre a enfrentarse con la muerte por un ideal, y gritando aquello de: “No pasarán”.

El cine era otra de sus pasiones, siempre había envidiado a las estrellas de Hollywood. El dormitorio lo tenía lleno de carteles con películas clásicas. Y aunque sus amigos y familia decían que más que oído tenía oreja, la música como buen húngaro --sobre todo la ópera y Sinatra-- era para él algo imprescindible.

Pues nada, ahí queda eso, adelante se ha abierto la veda.

Salud y República