Hoy 25 de Noviembre se está celebrando el Día Internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia; como quiera que coincidía con el Día contra la Violencia Machista, no he querido unirme a él hasta cerca de terminar el día. El protagonismo más urgente requería una espera para solicitar el laicismo y la libertad de conciencia.
Sin embargo, no quisiera dejar pasar esta fecha y unirme al manifiesto reivindicativo de este año que ha lanzado Europa Laica, al que me adhiero totalmente:
El 25 de noviembre de 1981 la Asamblea General de la ONU proclamó la Declaración sobre la eliminación de toda forma de intolerancia y discriminación por motivo de religión o convicciones.
De ahí que Europa Laica y otras organizaciones laicistas propongan a la comunidad internacional que se vaya consolidando y se celebre este día, anualmente, como el del Día Internacional de la Libertad de Conciencia.
Hoy, 27 años después, son muchos los países en los que la libertad de conciencia o convicción no es respetada. Las ideas religiosas son privilegiadas frente a las creencias no religiosas y otras convicciones. Gozando, además, algunas religiones privilegios frente a otras, dependiendo del país en que nos encontremos. Así, los países islámicos no aceptan la apostasía y persiguen a quienes se atreven a practicarla, en otros países la religión protestante mantiene relaciones privilegiadas con el Estado y en todo el mundo hay guerras religiosas, que son verdaderos genocidios.
En el caso de España, apenas hemos avanzado en el respeto a la Libertad de Conciencia y a la separación de las confesiones religiosas del Estado. Por el contrario, estamos asistiendo a un multiconfesionalismo que, lejos de eliminar los privilegios de que venía gozando la iglesia católica, trata de extenderlos al resto de confesiones religiosas, especialmente las monoteístas (islámica, evangélica y judía).
Y todo ello sin aceptar la existencia de otras muchas personas que se declaran sin creencias religiosas, agnósticos o ateos y que, según datos del CIS (2006), suponen un 20% frente a un 27% de católicos practicantes, o un 2% que se declara de otras religiones, siendo el resto indiferentes. Es más, los jóvenes de entre los 15 y los 24 años, el porcentaje de indiferentes, ateos y agnósticos superaba, en 2005, el 45% y el de católicos practicantes se situaba, tan sólo, en el 10%.
Europa Laica y el Observatorio de la Laicidad han detectado, entre otras, las siguientes vulneraciones del principio de laicidad:
-Cuantiosas subvenciones a las iglesias (más de 5.000 millones de euros a la iglesia católica y 3 millones a las demás confesiones monoteístas).
-Enseñanza religiosa confesional en todos los centros de enseñanza, impartida por catequistas pagados por todos. Algo que nada tiene que ver con una formación que incluya lo religioso como un aspecto más de la filosofía, sociología e historia y de nuestra cultura. El aumento de la financiación total, por parte del Estado, de centros educativos de exclusivo ideario católico.
-Falta de normativa que ampare el derecho a darse de baja o apostatar de cualquier organización religiosa.
-Presencia de símbolos religiosos que todavía permanecen en centros escolares y hospitales públicos, así como edificios administrativos, lugares todos ellos que deben ser de convivencia y respeto de todas las ideas o creencias, como así lo han afirmado los Defensores del Pueblo de varias comunidades autónomas.
-Ceremonias de carácter civil con símbolos religiosos (como tomas de posesión de altos cargos). La presencia de autoridades públicas que representan a todos, en actos confesionales de una religión particular, así como católicos funerales de Estado).
-Especial protección de las creencias religiosas en el Código Penal (Artículos 522 al 525) vulnerando el principio de igualdad. Y del incumplimiento por parte de fiscalía y de la judicatura, de la aplicación del artículo 515 de Código Penal, que trata de la prohibición del uso de técnicas de manipulación de la personalidad y que en algunos casos afecta a ámbitos relacionados con las confesiones religiosas.
Éstas y otras situaciones tienen su fundamento en la pervivencia en España de un Concordato y unos Acuerdos, preconstitucionales, con la Santa Sede , que, junto a la Ley de Libertad Religiosa de 1980, sólo tienen en cuenta las creencias religiosas, en contra de lo dispuesto en el artículo 16 de la Constitución y la Declaración de Derechos Humanos y el Convenio Europeo de Derechos Humanos, que hablan de "garantizar la libertad ideológica, religiosa y de culto"
Ante esta situación el movimiento laicista exige:
-La derogación del Concordato y los Acuerdos con la Santa Sede , así como de la Ley de Libertad Religiosa.
-La promulgación, en su caso, de una Ley de Libertad de Conciencia que incluya las creencias religiosas como un aspecto más de las convicciones o ideas de la persona.
-Religión confesional fuera del ámbito escolar, así como todo tipo adoctrinamiento.
-La eliminación en el espacio público de los símbolos religiosos y la supresión de las ceremonias de Estado de carácter confesional, que deben convertirse en ceremonias civiles comunes a todos los ciudadanos.
-La eliminación de las subvenciones a las confesiones religiosas y el establecimiento de un sistema por el que los fieles de cada religión sufraguen los gastos de la misma.
-Una ley que garantice el derecho a darse de baja, apostatar y cancelar cualquier dato del registro de una confesión religiosa.
Para conseguir el avance hacia un Estado Laico, que respete toda convicción por igual y que no privilegie ninguna confesión, es necesario un movimiento laicista fuerte, por lo que llamamos a la unión de todos los laicistas en España con Europa Laica y sus organizaciones territoriales y grupos locales, para fortalecer el laicismo, defendernos de las vulneraciones a la Libertad de Conciencia y para trabajar e impulsar la emancipación laica y los derechos cívicos de todo ser humano.
Madrid, 24 de noviembre de 2008
Salud y República
2 comentarios:
Excelente entrada, Don Rafa..
Con su permiso la voy a traducir al árabe este fin de semana, que buena falta nos hace por allí
Un abrazo
Hola Rafa.
Importante y eterna la cuestión que una vez mas tienes que traer a la palestra.
Me causa una fatiga importante tener que hablar de este viejo asunto que debiera tener ya una conclusión obvia a estas alturas.
Pero lo cierto es que no.
Y mas bien parece imposible quitarse esta losa de encima alguna vez.
Así que comprendo la necesidad de seguir insistiendo. Aquello de Llach y La estaca. Eso es.
En el blog lo tenemos fácil. No hay que convencer a los convencidos.
El problema surge cuando te enfrentas a razonar la cuestión con los muchos -demasiados- que piensan lo contrario.
En ese caso hay que hacer un esfuerzo de objetividad y pedagogía.
Entiendo que entonces no tenemos mas armas que apelar a la Constitución, que a todos nos obliga -a ellos y a nosotros-mientras no la modifiquemos.
Y toca leer el artículo 16, en su punto 3, que dice:
"3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal.
Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones"
Procede hacerse al menos dos preguntas:
1.¿Que significa que ninguna confesión tendrá carácter estatal?
2.¿Hasta dónde pueden llegar las "relaciones de cooperación con la Iglesia Católica"?
A la primera pregunta parece claro contestar que el estado es laico.
Es decir que no tienen sentido los símbolos religiosos en los actos oficiales, ni en los centros públicos.
¿Que hacer para combatir la práctica contraria?
¿Existe un procedimiento legal para denunciarlas?
¿Podemos ir a algún Juzgado y exigir el cumplimiento del art. 16.3 cuando en los funerales de Estado, en las tomas de posesión o en infinidad de actos públicos, nuestros representantes hacen ostentación de símbolos religiosos?
¿Qué tipo de demanda puede plantearse?
¿Está legitimado cualquier ciudadano para presentarla?
Si la respuesta es afirmativa, me pregunto :
¿Por qué no se plantean ya en los Juzgados miles, millones de demandas hasta -como decía Albertí-enterrarlos en el mar, en lugar de perder el tiempo con manifiestos y otras sutilezas, cuando es de sobra sabido que eso es como echar margaritas a los cerdos?
Creo que de poco sirve repetir conceptos tan evidentes.
A los beneficiados les dan igual. Aplican aquello de ande yo caliente y ríase la gente.
Un abrazo, amigo.
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