Ya se conoce como el pacto de
las lentejas. Al menos así lo ha reconocido el nuevo hombre fuerte del PP,
Martínez-Maillo, quién, con una caradura y una impostura propia de un pepero de
pro, ha manifestado que el PP firmó el pacto de investidura con C’s porque eran
lentejas –o las tomas o las dejas--, y tuvieron que aceptar cuestiones que
sabían que no podrían cumplir. Lo importante era gobernar. Y, naturalmente,
ellos estaban locos por hacerlo.
Mientras tanto, Ciudadanos
–que parece que se pone digno y lo que hace es arrodillarse cada día un poco
más ante sus capos naturales— no ha hecho sino tragar, sin conseguir hasta
ahora nada más que migajas, sólo las migajas que ya pensaba adoptar el PP
debido a la presión social contra la corrupción.
Hoy parece que los dos
partidos se van a ver para hablar del pacto –un paripé más--, pero no se
preocupen, que la sangre no llegará al río. El PP cederá en alguna cosilla para
que sus chicos de C’s sigan pareciendo que sirven para algo, pero como era
previsible, y ya habíamos anunciado, fallará en lo fundamental y no se adoptaran
apenas cambios por ese acuerdo, que pasará de ser el pacto de las lentejas al
acuerdo de “agua de borrajas”.
Hay que tener cara, montar
este pacto, que es un numerito, tan pomposo como inocuo, para aparentar un
apoyo de gobierno que estaba cantado, pero que había que disimular. Estos
chicos de Ciudadanos, ya lo he dicho en varias ocasiones, terminarán colocados
en el PP, y si no al tiempo.
En principio les han ayudado
y le siguen ayudando a gobernar, aunque, de forma interesada, disimulen y
parezca que tienen cierta autonomía, pero cada día se ve su actitud más clara y
su posición más cercana al PP. Recordemos el congreso de C’s de hace un mes –que,
por cierto, pasó desapercibido—y cuyo único resultado fue que pasaron de ser
socialdemócratas a liberales, un primer paso, que terminará, cuando vean que es
el momento propicio con la absorción de Ciudadanos por el PP. Eso sí,
salvándose sus dirigentes y sus altos cargos, que pasarán a ingresar como
peperos de alto rango, y dejando a sus electores con el culo al aire.
En fin, que no nos tomen el
pelo, que si queremos ver una comedia, todavía en este país hay teatros mejores
que el parlamento. Y aunque tengan entre sus filas a artistas como Tony Cantó y
Felisuco, su mediocre calidad hace que su interpretación parezca más falsa que
una peseta de madera.
Salud y República