Perdonad si no he sido capaz de decíroslo personalmente. Pero no hubiera sido capaz. Primero por mi salud, que no me permite hablar dos palabras seguidas sin quedar exhausto; segundo, porque estoy seguro de que sería una situación muy dolorosa para vosotros y para mí. Mucho más que leer esta carta.
Mi situación, aunque vosotros tratéis de disimularla, es irreversible. Este cuerpo que hizo lo que pudo durante toda su vida hoy se encuentra en un deterioro tal que sólo da problemas a los demás y a mí dolores constantes que me hacen ser adicto a las drogas más fuertes, eso sí legales, para intentar paliarlo.
Es inútil que nos engañemos. Yo sé cómo estoy y vosotros también. No he perdido la consciencia ni soy tonto, sólo estoy gravemente enfermo. Desgraciadamente cada día que pasa es para mí una condena y deseo, con toda mi alma, morir para no seguir sufriendo y para que, ni vosotros ni todos aquellos que me estiman, sigan sufriendo conmigo en esta agonía sin vuelta. No quiero que tengáis que estar pendiente de un cadáver viviente.
Sí, ya sé que algunos dirán que esto es una locura. Vosotros sabéis que yo no he sido creyente pero que he respetado a todo el que lo era. Sé también que en este país el gobierno, supuestamente progresista, vive aprisionado por esas sotanas totalitarias que todo lo quieren abarcar, que en todos los sitios se quieren meter, que quieren, desde que nacemos hasta que morimos, llevarnos de su mano. Si podéis no lo consintáis.
No quiero sufrir, tenéis que entenderlo y sé que lo entendéis. No soy un mártir, ni quiero serlo. Lo admito, seguramente soy un cobarde. Por eso, os pido el último favor. Convenced a los médicos, a los enfermeros. Yo no soy capaz. Decidles que esto no es vivir. Y si no lo conseguís, hacedlo vosotros. Hacedlo por mí, aunque no sea legal.
Con todos mis defectos, que son muchos, he intentado hacer siempre lo mejor para todos. Hoy tenéis que devolvedme el favor. Ya sé que estoy siendo egoísta pero sólo en vosotros puedo confiar. Los demás no me entenderían. Hoy para mí la muerte es
Hablan de humanismo cristiano, de santificar el dolor, del sufrimiento como dignidad. Y lo que es peor: quieren que todo el mundo piense como ellos. Ya me gustaría saber qué pensarían ellos en mi lugar. Todo el día conectado a ese aparato que apenas me permite respirar, sin poder casi moverme, teniendo que depender de los demás para las cosas más íntimas, alimentado artificialmente. ¡Qué hago yo aquí!
Solamente os pido que me ayudéis. No dejéis que sufra. Ayudadme a morir en paz. En muchas ocasiones he hecho lo mejor para vosotros, era mi obligación. Hoy os pido que vosotros lo hagáis por mí.
Gracias, sé que habéis sido unos buenos hijos y que lo que tenéis que hacer lo haréis y, morirme en estas circunstancias, es lo mejor que me puede pasar. Si lo hacéis, aunque sé que será duro, habréis cumplido.
Vuestro padre que os quiere y os ha querido siempre.
Esta podría ser la carta de alguno de nosotros, desde luego podría ser la mía.
¿Por qué no se discute y se legaliza la eutanasia, pasiva como mínimo, en todo el Estado? ¿Por qué sólo en Andalucía?
Hoy Público tiene un compendio de artículos que hablan de ello. Valen la pena y aquí están:
http://www.publico.es/espana/120857/muertedigna/iglesia
http://www.publico.es/120884/rezo/digo/dios/mio/ultimo/dia
http://www.publico.es/120881/andalucia/permitira/eutanasia
http://www.publico.es/120886/eutanasia/desconexion/conceptos/claros
http://www.publico.es/120882/gobierno/descarta/generalizar/medida
http://www.publico.es/espana/actualidad/120885/dos/opus/pedido/ayuda/morir/ano
http://www.publico.es/120887/voces/favor/eutanasia/pasiva
Salud y República