Hay
que ver cómo está el patio. El patio del Congreso. Jaurías
gritando, insultando, acechando a su presa. Y no, su presa no son
sólo Esquerra Republicana o Bildu. Justifican así, con
desvergüenza, su postura abrupta e inflexible, pero la realidad es
otra más compleja, a la ‘unidad irrenunciable de su España’ se
suma su odio a un gobierno de coalición progresista que puede
revertir el rumbo injusto y sectario que han impuesto desde 2011.
La
derecha y la ultraderecha, hoy más ultramontanas que nunca, no saben
qué hacer para poner más obstáculos a este probable gobierno que
está a punto de germinar. Los tres grupos son iguales, tanto monta
Abascal como Casado, y montada en un poni (camino de la extinción)
Inés Arrimada.
Había
que escucharles esta mañana (4 de enero), y ayer. A Sánchez le han
llamado de todo. Mentiras, desvergüenzas, insultos, exabruptos,
pataleos y griteríos han hecho del Congreso un circo donde más que
payasos había animales salvajes y serpientes venenosas emponzoñando
el hemiciclo. Tampoco se han ido de vacío, Mertxe Azpurua, Rufián o
Iglesias. Desde traidores a golpistas pasando por felones, infames,
asesinos o vendepatrias, entre otras menudencias.
Esto
es todo lo que saben hacer. Han perdido cinco elecciones el año
pasado y no lo pueden soportar, les supera que los ciudadanos no les
voten ‘como ellos merecen’. Ven, por otro lado, que se abre un
diálogo con los independentistas catalanes y se les abre las carne.
Ya sabemos cuáles son sus soluciones, judicialización, represión y
palo y tente tieso. Porque ellos son los únicos que pueden ganar y
si no ocurre, aunque utilicen instituciones, medios de comunicación
fascistoides, fuerzas vivas, grupos de presión, multinacionales o la
misma Iglesia, el sistema falla. Si no ganan, los ciudadanos –algo
irrelevante para ellos cuando pierden elecciones-- tienen la culpa.
Ellos
son así, no hay nada que hacer. Por eso, porque la cosa no tiene
remedio, porque con ellos es imposible el diálogo: hay que caminar.
Partimos de una isla y hay que cruzar el charco, hasta llegar a la
costa de la Igualdad, de la Solidaridad, de la Democracia, de la
Plurinacionalidad. Ello conllevará críticas salvajes, insultos,
utilización torticera de instituciones judiciales, manifestaciones
en la calle, tretas espurias de todo tipo. Ese charco lleno de
ponzoña, hará que nos tengamos que taparnos las narices y los
oídos, pero hay que llegar al otro lado. Al lugar donde esperan
jubilados, dependientes, trabajadores en precario y/o con sueldos
mínimos, desahuciados, inmigrantes etc. Al lugar donde se puede
remediar el conflicto político catalán. Y habrá que sortear
obstáculos que encontraremos en esa ciénaga: grupos de presión,
Iglesia, fuerzas vivas, CEOE, instituciones amaestradas, muchos
medios de comunicación, etc. Pero hay que seguir.
Hay
que demostrar que otra política es posible, que no nos van a
intimidar, que el poder democrático debe de estar por encima de los
otros poderes, que estamos con los que más lo necesitan. Ese es el
camino, sin parar, apartando serpientes venenosas y jaurías de
hienas.
Vamos
a tener la ocasión de demostrarlo, que la cobardía no lo impida,
que el coraje nos acompañe, que seamos capaces de encontrar fórmulas
para implantar lo que queremos: un mundo mejor y un país donde
encontremos acomodo todos. Un mundo donde la separación entre
poderosos y débiles sea mucho menor, donde el recibo de la luz no
oscile a capricho de las multinacionales energéticas, donde el
alquiler de las viviendas no suba sin parar y expulse a la calle a la
gente. Y dónde el conflicto catalán pueda ver la luz al final del
túnel.
Y
no, no tengamos miedo de subir los impuestos a los poderosos, ellos
son los que menos pagan si lo comparamos con otros países de nuestro
entorno. Las grandes empresas, las clases pudientes tiene que pagar
más y recibir menos beneficios y subvenciones públicas. Por cierto,
la Iglesia ha de devolver esas inmatriculaciones vergonzosas y pagar
el IVA, que ya está bien de chupar del bote.
Se
puede y se debe llegar a un acuerdo que satisfaga a toda la sociedad
catalana. Hay que encontrar acomodo para todos, sin sobresaltos, con
tranquilidad, utilizando lo que siempre debió emplearse: el diálogo.
Hay
que conseguirlo. Si no, probablemente no habrá otra ocasión en
mucho tiempo. Y si ladran que ladren, lo nuestro ha de ser cabalgar
sin parar.
A
ver si los Magos de Oriente nos ayudan
Salud
y República (y feliz 2020 progresista)