Asistimos al principio oficial de la campaña electoral y, sin embargo, todos sabemos que ya ha empezado desde hace más de un mes. En general, toda la campaña se desenvuelve, como ha ocurrido desde hace muchos años, entre los dos grandes candidatos. Haciendo que sea el bipartidismo y sólo él, el verdadero protagonista, de la fiesta, como si fuera una elección presidencial y no parlamentaria.
Las elecciones pueden dar tres resultados posibles:
1. Que gane un partido de los grandes por mayoría absoluta, algo que me parece poco probable y sobre todo nada deseable. La experiencia histórica avala la tesis de la inconveniencia de esta posibilidad.
2. Que el PP saque mayoría relativa (no parece lo más probable y desde luego no lo deseo, en absoluto), en ese caso parece probable un gobierno del PP con CiU o con el PNV o con CC o con alguna combinación entre las tres (por mucho que digan ahora los partidos nacionalistas, olvidarán todas las ofensas y se unirán al grande para gobernar).
3. Y, parece la posibilidad más probable y la que deseo, que gane el PSOE
sin mayoría absoluta. En este caso se abren dos posibilidades. Que el Partido Socialista pacte con algún o algunos partidos nacionalistas o que lo haga con IU sólo o con IU y algún otro partido de izquierdas.
Si el PSOE pacta con los nacionalistas de derechas estará pactando con grupos que se consideran bisagra y por lo tanto son los mismos que en la hipótesis segunda le daría el gobierno al PP. Grupos, ya lo han hecho, que han apoyado al PP o al PSOE, en ocasiones anteriores. Basta tener memoria y acordarnos de qué ha ocurrido cuando se ha pactado con esos grupos: el Partido Socialista ha virado a la derecha de forma considerable. Tan lícita como cualquier otra alternativa, eso sí, que no se engañe quien crea que el PSOE en esa situación va a hacer una política de izquierdas.
Bastaría con recordar cuál ha sido la contribución de esos grupos en esta legislatura acabada. Y bastaría recordar cuál ha sido la contribución de Izquierda Unida también durante esta última legislatura. IU ha sido, y creo que se puede demostrar, el punto de apoyo que el PSOE ha necesitado para aprobar leyes verdaderamente progresistas. Izquierda Unida ha puesto el marchamo de izquierdas en esta legislatura.
Por lo tanto, cada uno puede votar lo que quiera o desee, pero amigos, no vale lamentaciones, quien quiera, de verdad, que el PSOE haga una política de izquierdas tiene que tener en cuenta que Izquierda Unida ha de ser decisiva y que ambos partidos juntos han de colaborar en el próximo gobierno (la forma de colaboración no ha de ser forzosamente entrando en él, aunque tampoco hay que excluirla). Hay, todavía, mucha política de izquierdas que desarrollar.
El voto útil, del que tanto se habla, y del que tanto hablan sobre todo algunos socialistas (
he aquí un ejemplo lamentable y no el único), tiene que ser: primero el que se haga en conciencia, y luego, si se es progresista, el que permita y asegure que si se gana podrá practicarse una política de izquierdas. El voto útil no se puede subsumir sólo a una cuestión matemática o cuantitativa, eso es falso, el voto no es sólo un número, también lleva aparejado qué tipo de política puede encerrar. La síntesis de la democracia es un hombre un voto (¡ay aquí cuanto tendrían que decir los demócratas de verdad y los partidos beneficiados –que se callan escandalosamente-- cuando saben que un voto de cualquier partido, con la actual ley electoral, vale cuatro veces más que el de IU!) pero si IU no colaborara en el próximo gobierno, bien porque el PSOE así lo decidiera o bien porque su entidad no lo permitiera, la historia nos dice que no se producirá una política de izquierdas.
Hay que asegurar que el gobierno que salga del parlamento elegido el día nueve de marzo, haga una política de izquierdas, por eso hay que hacer que IU tenga una representación importante para que no volvamos a tiempos perdidos. Por eso entiendo que hay que votar útil para la izquierda y esa utilidad tiene un nombre: Izquierda Unida.
Salud y República
P.D. Como parece que ya empiezan a alzarse voces que proclaman que votar a IU no es útil, no quisiera dejar de decir que entrando en ese juego, que no me gusta, quien dice eso, ha de saber que en Sevilla, en Valencia y en Madrid, el último diputado que se asignará está entre el PP e IU. ¿Qué dirían estos socialistas que desprecian el voto de IU si les dijera que en esos sitios, matemáticamente, votar PSOE, a partir de cierto punto, puede ser un voto tirado? ¿Verdad que no sería justo? Pues eso. Cambiemos el concepto de “voto útil” por el de “voto en conciencia”, apoyemos cada uno nuestra opción sin atacar al amigo, todos deberíamos saber quién es el contrincante a batir. Pongamos los principios por encima de intereses de poder, así luego no habrá lamentaciones.