En primer lugar, conseguir la dirección del FMI para un español no fue fácil, ni fue un juego. Perderla parece que sí ha sido más fácil. Habría que exigir a quien representa a su país un poco más de seriedad que la que ha demostrado D. Rodrigo.
Es dudoso, al menos a mí me lo parece, que Rodrigo Rato haya dimitido por razones personales. Parece más razonable pensar que haya algo más detrás de esa dimisión. Un hombre, que fue vicepresidente del gobierno con Aznar y que está popularmente bien valorado, podría venir con la vista puesta en la política nacional y aquí hay varias opciones:
· Que le haya llamado Rajoy con el fin de ayudarle en las próximas elecciones generales
· Que venga apoyado por su gente (tiene un grupo importante dentro del PP que le apoya y sigue confiando en él como futuro máximo líder del partido)
· Que venga por iniciativa propia, siempre pensando en que es una ocasión de oro para progresar en su partido.
Si analizamos el momento actual y el futuro del PP, podemos ver que tiene ciertas posibilidades de ganar las próximas elecciones (las últimas encuestan hablan de una diferencia de tres o cuatro puntos). Rato que es un hombre bien visto por la ciudadanía podría contribuir a ello. Sin embargo, su venida no contenta nada más que a su propia gente, a su grupo. Por un lado, el PSOE le teme como adversario y por otro lado, si bien puede ayudar a su partido, las personas que se estaban decantando como número dos y posible sustitutos de Rajoy ven peligrar su malévolo deseo.
En fin, allá ellos, a mí sólo me queda desear al Sr. Rato dos cosas: mala suerte en su empresa de ayudar a ganar las elecciones a Rajoy y buena suerte si se dedica a limpiar su partido de crispadores e insensatos (siempre demostró ser un hombre dialogante, a pesar de ser muy conservador).
Salud y República