Están la
mar de contentos. La sentencia ha dejado libre de culpa a la infanta Cristina,
mientras que le ha soltado una pequeña propina a su marido Iñaki. Y los dos tan
contentos y tan campantes.
Ha
triunfado la doctrina Cristina, la del “no
sé, no me consta”. Una doctrina que se ha extendido por los juzgados de nuestra
querida España y que muchas otras acusadas utilizan para salvarse. Se trata de
una sentencia machista a tutiplén --que una mujer con la carrera de Económicas
y con un puestecito de cierto nivel en la Caixa, no supiera ni lo que firmaba,
ni si estaba defraudando a Hacienda o si su enriquecimiento era fruto de su
sangre azul--, donde ha triunfado la tesis de la mujer florero, firmaba sin
saber, sólo por amor. No me dirán que no es romántico.
Lo grave es
que con esta sentencia exculpatoria se crea un precedente –la doctrina
Infanta-- que los jueces deberán tener en cuenta para no discriminar a otras
posibles acusadas que practican la misma práctica del “no sé, no me consta”. Como es el caso, entre otros, de la
exministra Ana Mato, esa pobre ciega que no veía tres coches de alto nivel en
su garaje y que dice no saber nada de los regalos que recibía.
El caso de
Urdangarín ha empezado su camino hacia la nada o la casi nada. Ya verán como
será un milagro si al final lo encierran. Para empezar le pedían 19,5 años y le
han condenado a 6 años y 3 meses, una rebaja propia de febrero, de final de
temporada. Pero lo que parece incomprensible es que a su socio Diego Torres, al
que pedían una condena de 16,5 años, le han echado 8 años y 6 meses, o sea más
que al cuñadísimo. Algo que huele a chamusquina.
A todo ellos sumen que lo van
a recurrir y que el Supremo hará otra rebajita, y que como el pobre no tiene
antecedentes y si entra en prisión será bueno y recibirá beneficios
carcelarios, su pena se reducirá aún más, y me temo que no llegue a pasar ni
dos años. Por cierto que ya tienen decidido a qué cárcel ir, si se da el caso.
Y han elegido una prisión en Badajoz que es la menos conflictiva. No hay nada
como poder elegir el hotel, como es propio de seres superiores. Él y los suyos
no quieren que lo pase mal, que bastante tiene con que le hayan condenado.
¡Pobrecillo!
Para colmo,
en su momento la infanta hizo un ingreso de 450.000 euros como fianza, pues
bien, --¡ojo al parche!--, la sentencia dice que tiene que pagar 265.000 euros
por responsabilidad civil a título lucrativo, lo que hace que la tengan que
devolver 185.000 euros. La broma le ha salido a devolver. Parece mentira pero
es verdad.
Luego dicen
y seguirán diciendo que la Justicia es igual para todos. Y una leche…! Esta
sentencia refleja un trato discriminatorio que hace tambalearse las paredes de
nuestro edificio democrático. Los fiscales, como ha demostrado el ministro del
interior, y el sistema judicial están amañado cuando se trata de personajes de
alto copete.
Y ya saben,
si Hacienda les reclama alguna vez, alguna cantidad, basta decir que no sabía,
que no le constaba, y si se aplica la doctrina Infanta –me temo que no, si no
tiene sangre azul o parecido--, puede que hasta se lo perdonen. ¡Vivimos en un
país de Jauja!
Salud y
República
1 comentario:
Pa mear y no echar gota... :(
Salud
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