Varios
episodios que han ocurrido en los últimos días nos confirman que en la Justicia
no es oro todo lo que reluce. Muchos se dedican, desde altas instancias a
repetir el mantra más conocido: “La justicia es igual para todos”, mientras que
la realidad lo niega, de forma obstinada.
La
sentencia blandita e injusta sobre Urdangarín y la Infanta, de la que ya he
hablado, han abierto la veda. Pero también hemos visto con estupor cómo en
Murcia, y parece que no sólo allí, existen prácticas mafiosas contra algunos
fiscales con casos de corrupción. Así lo han confirmado varios de ellos,
empezando por Manuel López Bernal, fiscal general de Murcia, quien ha recibido
presiones para que no imputara al presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez y
ha visto como a compañeros suyos, que
llevaban causas de corrupción, les han seguido, les ha asaltado la casa para
obtener información de sus ordenadores, o les han amenazado.
Precisamente
--¡oh, casualidad!--, el fiscal López Bernal ha sido sustituido cuando estaba
cursando la instrucción del presidente murciano y le había citado como
investigado en el caso Auditorio.
Por otro
lado se ha sabido que el fiscal general, de acuerdo con el gobierno, ha pactado
con la AF (Asociación de Fiscales, la más conservadora) el nombramiento del
nuevo fiscal anticorrupción. Curioso que sea el amiguete del ministro de
Justicia y del gobierno, y que sea el único de los siete aspirantes que no
tenia experiencia en causas de corrupción.
Mientras
que el Fiscal General del Estado, cuyo objetivo debería ser la defensa del
Estado, que no del gobierno, sea nombrado por el ejecutivo, no será sino un
apéndice del ministro de Justicia, y más, si como ocurre ahora, el actual ministro
de Justicia, Rafael Catalá desprecia constantemente la separación de poderes,
habla y no para, criticando y aconsejando a jueces y fiscales sobre su cometido
y tratando de mantenerlos bajo la órbita del gobierno, sin ningún pudor.
Un hecho
tras otro demuestra la tesis del cachondeo que es la Justicia. El último es que
el tribunal del caso Urdangarín ha decidido que éste no tiene que sufrir
prisión preventiva. Y, aunque sea discutible este hecho, lo que es un trato de
favor inexplicable al ex duque –a parte de una condena mínima, inferior incluso
a la de su socio Diego Torres, a pesar de que tenía una petición de pena
mayor--, es que no le hayan aplicado ninguna garantía. Por ejemplo, no le han
impuesto fianza, ni le han retirado el pasaporte –cosa que sí que han hecho a Diego
Torres--. Es más, puede vivir fuera de España, fuera de la Unión Europea –de
hecho, seguirá en Suiza--, y podrá hacer acto de presencia allí, todos los
meses, como está prescrito. Lo único que le han impuesto es que comunique si
cambia de domicilio o si viaja fuera de la UE, lo que puede hacer de vacaciones
también. Vamos que me extraña que no le manden un juez todos los meses a su
domicilio en Ginebra para que constate su presencia, sin que tenga el pobre que
moverse de su casa. Algo inédito.
Y es que la
Justicia es un cachondeo. ¿Cuándo podrán actuar con libertad, jueces y
fiscales? ¿Por qué no se cambia la forma de elección de los Tribunales
Constitucional, Supremo y CGPJ, así como del Fiscal General del Estado para
garantizar su independencia?
Hoy, de
nuevo, nuestra democracia se resiente en uno de sus puntos más importantes, la
independencia del poder judicial. Montesquieu está de luto. El PP ha vuelto a
asesinar a la Justicia.
Salud y
República
2 comentarios:
Yo si pienso que la justicia es igual para todos...
Pero las sentencias ni de coña... :)
Salud
A ver Rafa, tú pones en las latas de cocacola este escrito diciendo que la justicia es en España tan corrupta como algunos políticos y estoy segura que a la mayoría de la gente se la sopla absolutamente.
No importa nada que te roben, te encarcelen e incluso que te metan un dedo en el ojo. Si no, ¿de qué iban a salir en las elecciones una y otra vez los mismos?
Besos
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