07 julio 2019

CiudaVox fuera del “Orgullo”


Pobrecillos, estos de Ciudadanos no levantan cabeza. Se marchan a Cataluña y les hacen escraches, después –siempre pensando en el bien de España, naturalmente, que para eso son amiguetes de los Abascales-- fueron a Navarra o Euskadi, donde apenas tienen votos y lo mismo. Y ayer en la fiesta del Orgullo les echaron. ¡Qué pena! ¡Qué democracia! A ellos que son tan de centro –o socialdemócratas o liberales o amiguetes de franquistas, según la fase lunar--, no les dejan en paz.

Y es que la fiesta del Orgullo estaba llena de fascistas. Fascistas a los que molestaba que una chica tan moderna, tan capitalina y tan suya como Inés Arrimada fuera exhibiéndose en medio de una manifestación que defiende derechos que tanto amparan sus amigos Santi, Javi, o el matrimonio Rocio o Iván.

Es una falta a la libertad de expresión, que te expulsen de una fiesta donde no has sido invitado, decir que defiendes derechos y te alías con gentuza franquista. Este país está lleno de fascistas: en Cataluña, en Euskadi, en el colectivo LGTBi. Todo esta copado.

Todo es fascismo menos aliarse con Vox, hacer un tripartito facha no es fascista, es simplemente una necesidad de ganar poder y chupar del bote. Eso sí, sin admitirlo, tomándonos a todos por gilipollas.

Y es que Arrimadas, Rivera y sus pupilos quieren estar en el candelero siempre, si pudieran serían la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, con tal de sacar partido y salir en los medios.

O sea que te alías con el diablo y pretendes que te den palmaditas. ¡Basta! No a la violencia física, pero la verdadera libertad de expresión es dejar que celebren su fiesta los que amparan los derechos y no los que se exhiben para que al día siguiente les traten de mártires los medios de comunicación. Colarse en un evento al que no has sido invitado y al que demuestras no defender, al aliarte con sus enemigos, es lógico que sea objeto de expulsión, lo diga Agamenón o su porquero.

Ya está bien de populismos baratos. ¿A qué han ido? Como siempre, en busca de votos. Ese es todo su interés. Su transversalidad es simplemente electoral. Las personas LGTBi les importan un bledo, es más, buscan socios que quieren curarlos y quién sabe si aniquilarlos.

Déjense de bromas y tengan un poco de vergüenza, señores de Ciudadanos. No se cuelen donde no deben y no busquen protagonismo populista, que ya tienen bastante con su crisis. Esa crisis que les está dejando sin los mejores. Esa crisis que tiene el mismo denominador común que lo que les ha ocurrido en la fiesta del Orgullo: Aliarse –aunque lo sigan negando-- con los fascistas. Estos sí, que son fascistas. Claro que teniendo entre ustedes a ciertos personajes, unos que actúan insaciables y maquiavélicamente, con tal de conseguir el poder a cualquier precio y de forma coercitiva, y otros que han escritos libros que justifican la necesidad del golpe de Estado del 36 (La República de Azaña de Juan Carlos Girauta), cualquier cosa puede suceder. Incluso que terminen desapareciendo. Así sea.

Salud y República

01 julio 2019

La Iglesia y la diplomacia vaticana


Y es que la Iglesia es la Iglesia, y no hay nada que hacer. En cuanto tienen ocasión, demuestran que su estado natural es el Nacional-Catolicismo. Se saltan todos los protocolos, incluso los diplomáticos, para demostrar que ellos están por encima de cualquier poder terrenal, puesto que representan la doctrina divina en la tierra.

Hoy, Renzo Fratini, Nuncio del Vaticano en España, la ha vuelto a liar. Y es que supuran integrismo y supremacismo por cualquier lado. Este personajillo, embajador del Papa Francisco, se cree con la facultad de dar lecciones al gobierno de nuestro país, y critica la exhumación de Franco. Claro que se le ve el plumero, para él Franco es su segundo dios y como tal, cree tener la autoridad para injerir en la decisiones del gobierno español. Lo cual dice mucho del individuo. Se trata de un diplomático de pega, puesto que cualquier principiante del oficio sabe que su primera labor es no intervenir en asuntos que conciernen sólo al otro Estado.

Aunque ya no sorprende ver cómo funciona la Iglesia Católica. Y menos cuando se trata de defender a dictadores y a genocidas. La historia –también en el siglo XX-- tiene pruebas irrefutables de ese comportamiento.

Lo más grave es que no pasará nada. El gobierno español ya ha dicho que hará una queja por las declaraciones del Nuncio, pero la verdad es que tanto al cardenal Fratini como al Vaticano se las trae al pairo. La diplomacia vaticana pedirá disculpas y hasta la próxima. El Papa ya ha demostrado en numerosas ocasiones que hablar es más fácil que actuar.

Se volverán a reír de nosotros. Inconcebible que en un Estado de Derecho aconfesional ocurran estas cuestiones sin que se tomen acciones que haga saber a quien las provoca, que la infamia tiene un coste.

La solución es fácil y el gobierno lo sabe, pero no se atreve. Al Vaticano le importa un pito una queja, está acostumbrado a pedir perdón con la boca pequeña y a seguir haciendo lo que le viene en ganas, en aras de ese absoluto poder que creen representar.

Lo que hay que hacer es atajar la cuestión contestando con lo que más les duele. ¿Y qué es lo que más le duele a esta institución? El dinero. Señores del gobierno, hagan la queja que quieran, pero que venga acompañada de una serie de acciones que, de una vez por todas, nos igualen con otros países católicos, como Italia y Francia, por ejemplo. Que paguen impuestos, de una vez. Y que de una vez por todas se quiebren los privilegios que tiene la Iglesia, que se rompa el Concordato y los acuerdos con la Santa Sede, que ya está bien de chupar del bote. Hoy, todavía, entre picos, palas y azadones, según Europa Laica, a la Iglesia la estamos regalando 11.000 millones de euros al año.

Sí de verdad queremos seguir el camino de la laicidad, debemos empezar a desmontar todos los privilegios de este chiringuito –éste sí que es un chiringuito de los ‘buenos’-- que nos está chupando la sangre y que hace bueno ese refrán castellano que dice: “encima de puta, pongo la cama” .


Salud y República