El
presidente socialista se está convirtiendo en el mago de la contradicción.
Temas importantes han sufrido un vaivén que ha producido vértigo a tirios y
troyanos.
Hoy es el
Valle de los Caídos. Pero esto viene de lejos. Empezó con la afirmación de un
NO taxativo al 155 para Cataluña y terminó en un SÍ, emparejándose con PP y
Ciudadanos.
Hace unos
días, nos ha sorprendido con la política de inmigración. Comenzó con la magnífica
y acertada acogida del Aquarius, para días después despachar a Marruecos a los 116
inmigrantes que entraron, en cuestión de horas.
Otro
episodio ha sido pasar de decir que el Juez Llarena tendría que defenderse con
sus medios, por declaraciones hechas fuera de su actuación oficial, sobre el
juicio que instruye y, a los dos días, por la presión de la mayoría de la
Judicatura y de la oposición, dice justo lo contrario: El Estado pagara la
defensa a Llarena ante la Justicia belga.
Y ya lo
último, el Valle de los Caídos. Resulta que después de hacer varias
declaraciones, desde el año pasado, confirmando que el monumento tendría como
fin recordar y honrar a las víctimas del franquismo, ha rectificado, de nuevo.
Ahora dice que no lo ve como tal y que se quedará como Cementerio Civil.
Claro que
hay que decirlo todo, para entender cómo ha sido este cambio. Era natural y
preceptivo que si el monumento llegara a convertirse en un Museo de la Memoria,
donde se dignificase a las víctimas, no era compatible con que hubiera una
basílica o cualquier otro tipo de templo en el lugar. Sin embargo, Sánchez, con
cara de bueno, ha manifestado que ese Museo se hará en otro lugar y que
Cuelgamuros quedará como cementerio civil, eso sí, con la basílica funcionando.
Ahora
entiendo lo que ha pasado. Está claro, así pienso, que la Iglesia –que
rechazaba con fuerza la exhumación de Franco--, ha cedido al traslado de los
restos del dictador, a cambio de que no se toque la basílica y el prior
franquista siga haciendo de las suyas, y continúe haciendo del lugar –aunque no
lo reconozca Sánchez--, un centro de apología del Franquismo, eso sí a costa
del erario público. Y si no, al tiempo.
De momento
ahí ha quedado Primo de Rivera y ahí queda ese templo que tantas misas y tantos
oficios, en honor del genocida Franco, ha celebrado.
Como
siempre, el PSOE amaga, pero no termina de dar. Se queda en el camino, cuando
no vuelve al principio. Y es que son muchos años haciendo lo mismo. Hablar,
prometer y volver atrás. Todo empezó con el NO a la OTAN, y parece no tener
fin.
Salud y
República
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