Es así.
Guste o no. Estos dos jóvenes luchan como hienas por hacerse dueños de la
derecha y porque desaparezca su contrincante. Desde que Casado ha entrado en
juego, sólo tiene dos objetivos: salvarse como pueda del problema de su máster
y aplastar a Rivera para hacerse con toda la derecha electoral, sobre todo la
extrema derecha.
Mientras
tanto, el tal Rivera --ya saben que hace bueno aquello de Mark (Groucho):
‘Estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros’— pasando de
socialdemócrata a derecha extrema, sólo trata de buscar electores donde hay
huecos. A falta de ideología, va llenando su pseudo-programa a golpes de
electoralismo barato y pensado en ir más allá que el PP. De hecho, en Cataluña
le ha dado resultado este populismo barato.
Y sí, entre
ambos están tirando de la cuerda tanto del mismo lado que se están yendo ambos
a la extrema derecha. En Cataluña, si uno vuelve a amenazar con el 155, el otro
dice que tenía que estar en vigor. Si uno va a abrazar inmigrantes al día
siguiente de haber demostrado su racismo, el otro le sigue y trata de ir más
allá y habla de prohibir su entrada.
Y lo
último, por el momento, es el tema de los presos de ETA. Con una
irresponsabilidad ilimitada se ponen en contra de la propia ley pretenden el 'y yo más' y atacar al gobierno que ha aproximado dos presos que cumplían todos los
requisitos. Tanto es así, que las propias víctimas –algo que jamás pensaron ni
Casado ni Rivera— les han dado un zasca de primera, al estar de acuerdo con la
medida del gobierno, dejándoles solos al margen de la ley. Por cierto, una
norma que estaba ya diseñada por el gobierno pepero anterior –Rajoy y
compañía--, y que el actual gobierno no hace sino poner en práctica.
Les importa
un pito estar en contra de la ley. Ellos van a lo suyo y, como dos chiquillos
–eso sí, muy peligrosos— se están acercando, cada día más, a partidos ultras
como los de Italia, Francia, Hungría u otros países. Juegan a ir más allá, a
aquello de ver quién es más machote, quién la tiene más grande.
Eso sí,
naturalmente, en casos de corrupción ya estamos viendo que se ayudan sin
escrúpulos. El último caso, el del alcalde de León, lo deja claro. Ciudadanos
ayuda el PP y, tratando de guardar el tipo y de ganar tiempo, no se suma a la
moción de censura. Prefiere que se abra una comisión, con la visión puesta en
que dentro de cinco meses todos estarán metidos en precampaña electoral, y todo
quedará en nada. Esa es su visión. Por cierto, su tesorero, Carlos Cuadrado,
todavía sigue sin explicar sus casos judiciales en Brasil y que ocultó
deliberadamente a la comisión de investigación del Senado. Así mismo, ocultó
las compras de un inmueble a Hacienda y se ha negado a aclarar de dónde
provenían casi 800.000 euros que aportó a su empresa en 2013 y que podrían
provenir de fondos opacos.
Eso a
Rivera le parece filfa. Este adalid de la transparencia, que hace de la lucha
de la corrupción su máximo eslogan, trata de dilatar los problemas peperos y si
se trata de su tesorero, cuidado, quién sabe lo que pudiera destapar en el caso
de que le abandonara su partido. Hasta en eso se parecen los partidos de Casado
y Rivera.
En fin, una
joya de machos hispánicos –en ambos partidos ha habido declaraciones de signo
machirulo— cuya dedicación es ver quién de los dos la tiene más larga. A ver si
con un poco de suerte, los electores se las cortan.
Salud y
República
No hay comentarios:
Publicar un comentario