Hace treinta años que se autodisolvió la Unión Militar Demócratas. Fue creado en torno al comandante Busquet en 1977. No sé si todos los que lean esta entrada se llegarán a dar cuenta de lo que era España en esa época. En esos tres años hubo de todo, desde la muerte del dictador, a la coronación del rey, la proclamación de Suárez, formación de un gobierno preconstitucional salido del franquismo, un parlamento franquista y otro constitucionalista, un terrorismo desolador y una efervescencia política difícil de describir.
Todos estábamos implicados, no había neutrales, o se estaba con la herencia franquista, --y se defendía su doctrina heredada (Blas Piñar) o se intentaba uno colocar en la nueva democracia sufriendo el menor menoscabo posible (Fraga)--, o se apostaba por la democracia buscando un cambio mayor o menor que permitiera el acceso a esa nueva etapa capaz de transportarnos a un país democrático a la altura de nuestros vecinos europeos.
Mientras este país convulsionado buscaba una salida en una difícil coyuntura para adherirse a la nómina de países normalizados, un grupo de aguerridos militares, desde dentro del ejército fueron capaces de crear la UMD. Allí donde estaba lo más reaccionario de aquellos momentos, de donde salieron más tarde los golpistas Tejero, Milans, Armada o tantos otros, fueron capaces de reunirse en torno al entonces comandante Julio Busquets y al calor de la revolución de los claveles (un episodio bellísimo que hizo que nuestro vecino, Portugal, fuera un ejemplo para nosotros de revolución incruenta), un grupo de unos doscientos militares dispuestos a cambiar la institución.
Yo que no soy nada militarista no quisiera dejar de rendir un homenaje a esos militares, pocos pero valientes, que tuvieron la osadía de rebelarse dentro del ejército franquista para conseguir unas fuerzas armadas democráticas, hoy más que nunca cuando la recién aprobada memoria histórica tampoco les devuelve su dignidad –a pesar de que IU lo propuso y el PSOE y el PP se opusieron a que se recogiera sus derechos en el articulado-- los úmedos, como eran llamados despectivamente por el resto de los militares, merecen nuestra consideración.
Fueron condenados y echados del ejército con ignominia y deshonor, olvidados por la amnistía de 1977 y hasta 1986 no se les devolvió su empleo. Y ahora se ha perdido la última oportunidad de devolverles su dignidad y honor por su lealtad a los valores democráticos. Esta democracia ha sido cicatera con muchas personas y colectivos. Éste es un ejemplo. Una injusticia no arreglada. Un lamentable olvido indigno de un país que le ha costado siempre ser generoso con los que se pusieron del lado de la democracia y los derechos humanos en los tiempos difíciles.
Un antimilitarista quiere brindar por estos militares, hombres que supieron estar a la altura de las circunstancias cuando la mayoría se defendía para conservar sus privilegios de casta autoritaria o simplemente se callaban para arrimarse al vencedor durante la transición.
Gracias, somos muchos los que pensamos que hicisteis un gran servicio a este país.
Salud y República
(*) La foto es de Dani Pozo del artículo de Público
1 comentario:
Me uno a tí para agradecer a toda esta gente lo que hicieron y el valor que tuvieron.
Otra antimilitarista.
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