14 enero 2017

La Iglesia Católica en España es un parásito social opaco

Es curioso ver cómo presumen de caridad y cada vez se asientan más en la riqueza, a medida que su influencia social baja y sin embargo su influencia política se mantiene, gracias a nuestros gobernantes del bipartidismo.

Para ver la riqueza de la Iglesia basta observar como ha aumentado su patrimonio, gracias a las inmatriculaciones –apropiación de inmuebles, fincas y otras propiedades que no están registradas— que les ha permitido la ley –ley del siglo pasado, actualizada por Aznar en 1998— hasta que el TEDH (Tribunal Europeo de Derechos Humanos) ha dicho basta y ha considerado ilegal tal latrocinio. Más de 5.000 propiedades en los últimos años han pasado a ser propiedad de la Iglesia.

Esta institución que recibe, ni más ni menos, que 11.000 millones de euros de dinero público –entre lo que recibe y lo que no paga, por estar exenta de acuerdo al concordato firmado en 1979--, resulta que no tiene que dar ninguna explicación sobre sus cuentas. Todo ellos gracias a que el mismo Tribunal de Cuentas ha votado (con el apoyo de los siete consejeros del PP y en contra de los del PSOE y de Unidos Podemos) a favor de que no se expongan ni controlen públicamente los gastos de la Iglesia. De esta forma, esta institución se convierte en la única que, recibiendo importantes fondos públicos, no debe someterlos al Tribunal de Cuentas.

Se trata de un tic nacional-católico que los consejeros peperos de ese Tribunal han heredado y les mantienen unidos a tiempos franquistas de lamentable memoria.

A pesar de que sus seguidores cada vez son menos (los bautizos, bodas y entierros católicos son menos cada año), a pesar de que los seminarios cada vez están más vacíos y que los templos no se llenan como en otros tiempos, ellos siguen inasequibles al desaliento, y pretenden –eso sí con la aquiescencia de los gobiernos, tanto del PSOE, que les subió el porcentaje del IRPF del 0,5 al 0,7, como del PP, con quién parece formar un único cuerpo social.--, mantener esos beneficios sustanciosos que tienen como institución.

Y es que, a pesar de que en 1979, con la última actualización de los Concordatos con la Santa Sede, se hablaba de situación provisional hasta conseguir la autofinanciación, los popes de esta secta católica se han instalado en el más puro parasitismo social, dependiendo de subvenciones e ingresos del Estado, mientras que mantienen, social y políticamente, una convicciones antiestatales, próximas al conservadurismo liberal. Una contradicción que mantienen por intereses espurios.

Como ejemplos claros, por citar alguno llamativo, podemos hablar de que gracias a la inmatriculación de la Mezquita de Córdoba –efectuada en 2006, por 30 euros--, ésta ha pasado a ser propiedad de la Iglesia Católica. O, también, cómo la exención del IBI, llega no sólo a los templos, sino a las casas de religiosos o a otras propiedades que no son templos. Así, dos aparcamientos de su propiedad, uno en Valencia y otro en Lugo, no pagan IBI, lo que provoca una competencia desleal consentida. Y, otro claro ejemplo, es la que la mansión palaciega donde vive el antiguo presidente de la Conferencia Episcopal, Rouco Varela, valorada en 1,5 millones de euros, no paga IBI.

Para colmo, la más importante ONG de la Iglesia, Cáritas, sólo obtiene de ésta el 5% de su presupuesto, a pesar de que la Iglesia presume de mantener obras de caridad, cuando lo que trata es de consolidar una ideología religiosa que consiste en mantener poder terrenal --con dinero público--, aunque finjan su interés por “la salvación del alma y la vida eterna”.

Y todo ello sin rendir cuentas. Está claro que no sólo los dogmas religiosos son oscuros, también la contabilidad católica adolece de total transparencia. Y es que la opacidad es parte de su reino.

Salud y República Laica

1 comentario:

Genín dijo...

La iglesia siempre se ha basado en la ignorancia y la opacidad para subsentarse.
Cualquier día vemos a Rajoy bajo palio como en los viejos tiempos el generalísimo dictador, gallego, también... :(
Salud