Es curioso ver cómo presumen de caridad y cada vez se
asientan más en la riqueza, a medida que su influencia social baja y sin
embargo su influencia política se mantiene, gracias a nuestros gobernantes del
bipartidismo.
Para ver la riqueza de la Iglesia basta observar como ha
aumentado su patrimonio, gracias a las inmatriculaciones –apropiación de
inmuebles, fincas y otras propiedades que no están registradas— que les ha
permitido la ley –ley del siglo pasado, actualizada por Aznar en 1998— hasta
que el TEDH (Tribunal Europeo de Derechos Humanos) ha dicho basta y ha
considerado ilegal tal latrocinio. Más de 5.000 propiedades en los últimos años han pasado a ser propiedad de la Iglesia.
Esta institución que recibe, ni más ni menos, que 11.000
millones de euros de dinero público –entre lo que recibe y lo que no paga, por
estar exenta de acuerdo al concordato firmado en 1979--, resulta que no tiene
que dar ninguna explicación sobre sus cuentas. Todo ellos gracias a que el
mismo Tribunal de Cuentas ha votado (con el apoyo de los siete consejeros del
PP y en contra de los del PSOE y de Unidos Podemos) a favor de que no se
expongan ni controlen públicamente los gastos de la Iglesia. De esta forma,
esta institución se convierte en la única que, recibiendo importantes fondos
públicos, no debe someterlos al Tribunal de Cuentas.
Se trata de un tic nacional-católico que los consejeros
peperos de ese Tribunal han heredado y les mantienen unidos a tiempos franquistas
de lamentable memoria.
A pesar de que sus seguidores cada vez son menos (los bautizos,
bodas y entierros católicos son menos cada año), a pesar de que los seminarios
cada vez están más vacíos y que los templos no se llenan como en otros tiempos,
ellos siguen inasequibles al desaliento, y pretenden –eso sí con la
aquiescencia de los gobiernos, tanto del PSOE, que les subió el porcentaje del
IRPF del 0,5 al 0,7, como del PP, con quién parece formar un único cuerpo
social.--, mantener esos beneficios sustanciosos que tienen como institución.
Y es que, a pesar de que en 1979, con la última
actualización de los Concordatos con la Santa Sede, se hablaba de situación
provisional hasta conseguir la autofinanciación, los popes de esta secta
católica se han instalado en el más puro parasitismo social, dependiendo de
subvenciones e ingresos del Estado, mientras que mantienen, social y
políticamente, una convicciones antiestatales, próximas al conservadurismo
liberal. Una contradicción que mantienen por intereses espurios.
Como ejemplos claros, por citar alguno llamativo, podemos
hablar de que gracias a la inmatriculación de la Mezquita de Córdoba –efectuada
en 2006, por 30 euros--, ésta ha pasado a ser propiedad de la Iglesia Católica.
O, también, cómo la exención del IBI, llega no sólo a los templos, sino a las
casas de religiosos o a otras propiedades que no son templos. Así, dos
aparcamientos de su propiedad, uno en Valencia y otro en Lugo, no pagan IBI, lo
que provoca una competencia desleal consentida. Y, otro claro ejemplo, es la
que la mansión palaciega donde vive el antiguo presidente de la Conferencia
Episcopal, Rouco Varela, valorada en 1,5 millones de euros, no paga IBI.
Para colmo, la más importante ONG de la Iglesia, Cáritas,
sólo obtiene de ésta el 5% de su presupuesto, a pesar de que la Iglesia presume
de mantener obras de caridad, cuando lo que trata es de consolidar una
ideología religiosa que consiste en mantener poder terrenal --con dinero
público--, aunque finjan su interés por “la salvación del alma y la vida
eterna”.
Y todo ello sin rendir cuentas. Está claro que no sólo los dogmas
religiosos son oscuros, también la contabilidad católica adolece de total
transparencia. Y es que la opacidad es parte de su reino.
Salud y República Laica
1 comentario:
La iglesia siempre se ha basado en la ignorancia y la opacidad para subsentarse.
Cualquier día vemos a Rajoy bajo palio como en los viejos tiempos el generalísimo dictador, gallego, también... :(
Salud
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