Leo en Público de hace unos días, un artículo interesante sobre los aeropuertos, todo a cuenta de unas declaraciones del ministro Blanco.
Los datos son escalofriantes, en España hay 48 aeropuertos públicos de los que son rentables sólo nueve. Y no, no se piensen que los grandes aeropuertos son los más rentables, sólo Palma de Mallorca es rentable entre los grandes, Barcelona ha perdido 42 millones de euros y Madrid, una cifra escandalosa: 301 millones. El total de pérdidas de AENA (la gestión de todos los aeropuertos) es de 432,9 millones.
Blanco habla de que los sueldos de los controladores son de los gastos más importantes. Y por otro lado, habla de inyectar dinero privado a los aeropuertos, o sea de dar un primer paso para la privatización.
A mí me parece que el problema va más allá de los sueldos de los controladores, siendo estos exorbitantes (en algunos casos llegan a 700.000 euros al año incluidas las horas extras). Habría también que preguntarse por qué hacen tantas horas extras y de ser necesario por qué no han cubierto más plazas para evitarlo. Ahora se habla de que doce aeropuertos podrían actuar sin controladores. No conozco el tema y poco puedo decir al respecto. Lo que si está claro es que el problema transciende a los controladores.
Es una cuestión de decisión política. En esta país las autonomías han apostado por parecer importantes y para ello han creído necesario tener como mínimo una televisión pública autonómica y cuantos más aeropuertos mejor, (acaban de inaugurar ¡el quinto aeropuerto! en Cataluña, en Lleida).
Intentar conseguir una red aérea es una decisión difícil pero imprescindible si se quiere normalizar una situación que es anómala. Porque, ¿cómo se puede comprender que en Galicia o en el País Vasco existan tres aeropuertos donde las distancias entre ellos es inferior a los cien kilómetros? ¿Cuál es el criterio por el que La Rioja, Albacete o León cuentan con aeropuerto? ¿Es necesario que permanezcan abiertos en Madrid, Cuatro Vientos y Torrejón, además de Barajas? ¿No puede absorber el aeropuerto de Palma, el tráfico del de Son Bonet? ¿Tiene sentido mantener el aeropuerto de La Rioja a 80 km del de Vitoria, o el de Burgos a 110?. Todos los aeropuertos citados son deficitarios.
Claro que a ver quien le quita estos juguetitos a los responsables autonómicos. Ese juguete que según ellos les da brillo y esplendor. Pero, además ¿cómo es posible que aeropuertos como Barcelona y Madrid entre los más importantes de Europa, pierdan tanto dinero –sobre todo Madrid—?, ¿no habrá que mejorar la gestión?
La solución, además de disminuir los sueldos estratosféricos de los controladores –que parece que es el único problema—, pasa por tener menos aeropuertos, gestionarlos bien y hacer que estén bien enlazados. Por ejemplo, ¿Por qué cuando se establecen las líneas y estaciones de los trenes de alta velocidad no se piensa en programar estaciones en los aeropuertos de las ciudades por donde pasan? ¿Por qué los AVE no paran en los aeropuertos de Madrid y Barcelona para que enlacen pasajeros que vienen de otras ciudades? ¿Tendría sentido tener un aeropuerto en Córdoba?
El caso del aeropuerto de Vitoria es ejemplar. La intención fue la de hacer de éste el gran aeropuerto del País Vasco, de Navarra y de una parte de Castilla-León. Pues bien, Vitoria habiendo requerido unas inversiones enormes para lo que estaba pensado, entre otras las infraestructuras en carreteras desde allí a Bilbao y a San Sebastián, ha quedado en un aeropuerto de segunda.
Alguien debería explicar por qué la estación del AVE de Tarragona dista diez kilómetros de la ciudad y veinte del aeropuerto de Reus, y se encuentra en pleno desierto. ¿No hubiera sido mejor hacer parar el tren en el aeropuerto, o en la estación de la ciudad?
Bastaría planificar una red de transporte nacional integrada. O sea teniendo en cuenta todos los medios de transporte, carretera, ferrocarril y aéreo, y no hacer planes separados que no facilitan las conexiones.
En resumen, menos aeropuertos, mejor gestión y una planificación del transporte teniendo en cuenta todas las modalidades. Lo demás, como siempre, templar gaitas. Todo lo quieren resolver privatizándolo. O sea, lo más caro, las infraestructuras ya están hechas, ahora entra el capital privado y a ganar dinero. Mientras los usuarios y contribuyentes al otro lado del espejo, con los mismos o peores problemas.
Salud y República