Hablar de la Iglesia católica en España es hablar de una
Iglesia que ha heredado y actúa como si estuviera viviendo hace cincuenta años,
en un régimen totalitario, en un Estado Nacional-Católico.
Ellos son así, incapaces de comprender que el tiempo pasa,
que los beneficios que obtenían en tiempos de la dictadura no se pueden
perpetuar. Siempre han ido muy por detrás de la sociedad, pero digamos también
que todo esto ha sido posible porque se les ha cubierto y beneficiado
políticamente, incluso por aquellos que dicen desear un Estado Laico, y que sin
embargo, son más papistas que el Papa, eso sí, tratan de disimular.
Y es que en la Iglesia no se ha producido ningún cambio, en
primer lugar porque es manifiestamente una institución retrógrada e insolidaria
con los que no son católicos, pero también, y en gran parte porque ha sido
apoyada por gobiernos y gran parte de la oposición política de este país.
No olvidemos que unos gobiernos, los socialistas, apenas les
han hecho cambiar y han sido incapaces de denunciar los Convenios con la Santa
Sede o de cortar el grifo de las subvenciones, es más aumentaron el porcentaje
del IRPF dirigido a la Iglesia. Y qué decir de los gobiernos de derecha. Estos
no sólo han mantenido sus privilegios sino que los han aumentado. Recordemos
como ejemplo, la ley de 1998 que les ha permitido aumentar sus inmuebles,
regalo que el Sr. Aznar les otorgó y que ha permitido por ejemplo que la
Mezquita de Córdoba, hoy sea propiedad e la Iglesia Católica por arte de
birlibirloque. Por no hablar de lo jacarandoso y rocambolesco que es solicitar
la ayuda de vírgenes o santos para solucionar problemas políticos, o de homenajear
y condecorar a vírgenes o santos por el hecho de ser quienes son.
Son innumerables los hechos que demuestran los grandes
beneficios que obtiene de este Estado, llamado aconfesional, que hacen de este
país un Estado católico más que laico.
Europa Laica lo explica muy bien. Se calcula que, además de
los beneficios de otro tipo, los económicos suman un total de 11.000 millones
de euros al año. Recursos que dejan de destinarse a otras necesidades para
pagar profesores de religión que eligen los obispos, para subvencionar
asociaciones católicas, estar exentos de pagar el IBI en sus inmuebles y el IVA,
y otras zarandajas que les permite ahorrarse esa cantidad ingente.
Quién me conoce lo sabe, respeto que a titulo personal cada
uno tenga sus ideas, el campo privado pertenece a cada cual, por lo tanto no
estoy en contra de las religiones, aunque no sea religioso. De lo que si
difiero enérgicamente es de que alguna religión –en nuestro caso, la Católica— se
subvencione con dinero público, o sea también con mi dinero, y de que disponga
de atribuciones que le confieren un poder civil que no deberían detentar, pues
en el Estado Laico que deseo, la religión es un hecho personal, privado y al
margen de la sociedad civil.
La llamada Semana Santa demuestra la tesis del poder que
tiene la religión católica en nuestro país. Por ejemplo, las subvenciones que
reciben las distintas cofradías para sus actos procesionales. Es entendible que
se den facilidades para la realización de una procesión, por ser un espectáculo
al público, por ejemplo, el cierre de calles al tráfico, una dotación policial
que garantice el orden, etc. Sin embargo es impresentable que se su
subvenciones, con dinero público, trajes de santos o vírgenes, comidas de
hermandad y tantos otros gastos que deberían soportar los propios miembros de
las Hermandades o la Iglesia.
Y el aspecto económico no es el único caso. Hay otro muy
singular, imposible de entender; y es la concesión de indultos a petición de distintas Hermandades. O sea que el gobierno, todos los años, indulta a presos
(este año a trece) sugeridos por las asociaciones religiosas. ¿No es un
desatino? ¿Hasta qué punto una asociación religiosa puede intervenir en la
administración de Justicia? ¿Por qué persiste esta costumbre ancestral que le confiere
a la Iglesia un poder terrenal que no debería tener?
No soy partidario de los indultos, puesto que son medidas de
gracia que se conceden aleatoriamente y pueden intervenir aspectos ajenos a los
méritos del reo, pero si existen no debe ser ninguna asociación religiosa quien
los sugiera y los prescriba. Entre otras cosas porque se hace en aras de unos
sentimientos y creencias religiosas que no deben intervenir en los poderes
civiles.
Esto es lo que convierte a nuestra Semana Santa en una
Semana Nacional-Católica, donde lo religioso y lo civil se confunden para
unificarse y propiciar un sentido religioso de la vida civil. Algo que nos
asemeja a países islamistas o al Estado totalitario que durante cuarenta años
gobernó este país el siglo pasado.
Cada día es más necesario un Estado verdaderamente Laico.
Todo lo demás, es herencia ancestral, argucias antidemocráticas y jugar con
ventaja.
Salud y República
1 comentario:
Por mi, que les den a todos ellos, a lo mejor a mas de uno le gusta...:(
Salud
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