¿Qué más quieren estos malditos?

Malditos aquí y allá. Los de aquí los conocemos con nombre y apellidos. Son gente que está decidida a cambiar esta sociedad y a que el Estado del Bienestar sea algo pasado. Quieren acabar con la clase media. Pretenden dividir la sociedad entre unos pocos ricos –ellos estarían en ese grupo-- y el resto. En el resto estaría la gran mayoría de la clase media y la clase baja, ambas desclasadas por la crisis, por haber pagado el castigo de una crisis que no han provocado.

Los de allí, de los malditos de allí, conocemos a unos cuántos, los voceros, pero no conocemos a los verdaderos, a los auténticos malditos. Están ocultos bajo el disfraz de inversores, y ellos son los que con su acción, hacen que suba o baje el pan. Hacen que nuestro pan esté a ras de suelo.

Ayer se ha pisoteado, una vez más –como nunca— este país. Se le ha ultrajado, se le empobrecido, se le ha dictado sentencia de muerte. Recuerdo, por encima, las decisiones de ayer: el aumento del IVA, la disminución en la prestación de los parados, la disminución de la partida para dependencia, la sensible bajada de sueldo a los funcionarios.

Y todo eso de ayer, ¿para qué ha servido? Como nos temíamos: para nada. Hoy, un día después, el día en que el impacto de las medidas deberían hacer cambiar la posición de los Mercados, nos han vuelto a aplastar. De nuevo, la prima de riesgo está más alta y la bolsa ha bajado.

¿Qué tiene que pasar para que estos mamelucos se den cuenta de que los aplausos de ayer eran sentencias de muerte? No los tengo por gente tonta, aunque sean unos canallas. Lo tienen todo medido. Su objetivo no es salvar a este país, el objetivo de Rajoy y Cía. es empobrecerlo, es hacer de este país un país de tercera, hacer una colonia alemana, donde ellos sean los virreyes.

Porque los Mercados quieren esquilmarnos, que desaparezcamos y sobre nuestras ruinas apuntalar su bandera y repartirse lo que quede. No hay nada que hacer, todo es inútil. Salvo plantarnos.

La única solución que este gobierno --cobarde y conchabado con los poderosos-- no hará, es hacerles frente. Ojalá lo hubiéramos hecho ya. Decirles claramente que el pulso lo han ganado, pero que no pensamos pagarles. Ya veremos que dirían los bancos alemanes. Y si quieren cobrar, tiene que ser con nuestras condiciones. Islandia fue un ejemplo que nadie ha seguido, lamentablemente.

Cuando la situación es grave, un padre no deja de dar de comer a sus hijos para pagar a los acreedores. Rajoy no sólo no es un padre, ha asesinado al padre que podría llevar dentro. Lo ha cambiado por un plato de lentejas alemanas.

Y mientras aquí nos hacen apretarnos el cinturón hasta la extenuación, Rajoy, la Unión Europea y los Mercados, hacen lo que el señor de la viñeta de El Roto:

No cabe otra. O nos enfrentamos, o seremos esclavos. Y luego, a ver quién le cuenta a nuestros hijos, nietos y demás generaciones, cuando se coman los mocos, que nosotros un día parecíamos del primer mundo.

Salud y República