La reforma electoral, un necesario cambio ético

Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Por lo que las prioridades de los partidos pasan por confeccionar un programa y unas listas electorales. Partiendo de esa base hay algo que cualquier demócrata con conciencia debería tener en cuenta. La injusta ley electoral que tenemos y cuyos resultados son injustos y fuera de toda proporcionalidad.

Hoy sale en el diario Público un artículo sobre el tema que aclara bastantes cosas, entre otras las falsas acusaciones del PP de que la actual ley le perjudica, siendo el gran beneficiado, aunque me gustaría completarlo.

Por poner un ejemplo los beneficiados sin duda son los partidos mayoritarios, pongamos un ejemplo de los resultados de las últimas elecciones (en las anteriores ocurre algo similar). Así, el PSOE en 2004 consiguió 164 escaños con 10,9 millones de votos o sea el 46,9% de los escaños con el 42,6% de los votos. El PP consiguió 148 escaños con 9,6 millones de votos, o sea el 42,3% de los escaños con el 37,6% de los votos. CiU y ERC salen un poco perjudicadas, el PNV, BNG, CHA y EA salen un poco beneficiadas. Sólo hay una formación que obtiene unos resultados absolutamente desproporcionados. IU con el 5% de los votos obtiene el 1,4% de los escaños. El PP y el PSOE necesitan unos 65.000 votos por cada escaño, IU más de 250.000.

Por lo tanto, visto los anteriores datos es más que razonable pedir una ley electoral más justa y proporcional, con el fin de evitar las desviaciones que se producen a la proporcionalidad de los votos. Es una cuestión ética. Los partidos mayoritarios no quieren tocarla, cambiando ética por propio beneficio (lamentablemente el PP juega a propagar que los beneficiados son los partidos nacionalistas, cuando es falso).

Es por eso que en el programa electoral de IU debe figurar prioritariamente la reforma de la ley. Bien buscando otras circunscripciones (autonómicas, en vez de provinciales –las provincias hoy no tienen ningún valor político en nuestra implantación territorial), repartiendo cincuenta escaños (la constitución permite hasta 400 escaños) de forma proporcional a los resultados y/o bajando el número de diputados en las provincias menos pobladas (de tres a dos) para dárselo a las que más población tienen (corrigiendo así otra de las injustas desproporciones que se producen, donde en Madrid o Barcelona un escaño cuenta muchísimos más votos que en las provincias pequeñas). Además de sustituir la ley d’Hont por el sistema proporcional. Estas correcciones individuales o combinadas contribuirían a hacer una ley electoral más cercana a la proporcionalidad de los votos.

Como quiera que los resultados, por muy buenos que sean, no parece que puedan dar la posibilidad de cambiar la ley electoral a IU, sola o con los partidos pequeños, es imprescindible que en el caso de que sea necesaria para la gobernabilidad, esta formación ponga encima de la mesa, como absolutamente prioritaria, la corrección de la ley electoral, si no la discriminación que se está produciendo se hará eterna y se seguirá constatando que IU necesita, cinco veces más votos, para obtener un escaño o lo que es lo mismo, el voto de IU valdrá la quinta parte que el de las demás formaciones.

El sistema electoral actual está desalojando del mapa parlamentario a IU y ayudando a que se termine en un bipartidismo forzado con ciertos retoques nacionalistas.

Salud y República