El universo, cada día con mayor profusión, se divide en dos. El mundo de los ricos o primer mundo, o mejor los privilegiados del primer mundo y el resto. Y lo que es más grave, el primer mundo es rico porque el resto es pobre, porque se apodera de los recursos de los llamados países pobres o del tercer mundo. Es una consecuencia y no una cuestión de azar o casual. Ni son más inteligentes, ni tienen mejores condiciones innatas unos u otros. La cosa es sencilla, el primer mundo es más poderoso y conquista –antes por la fuerza de las armas, ahora también por la del comercio y las finanzas—, al resto del mundo y lo utiliza para vivir mejor.
El caso de las multinacionales farmacéuticas es un claro ejemplo. Este lunes pasado en la India, una de ellas –Novartis— ha perdido un juicio en el que pretendía imponer una patente a un medicamento que cura el cáncer, habiendo pasado el tiempo necesario para ser liberalizada. Dicho curativo es susceptible de convertirse en un genérico con lo que un tratamiento de 2000 euros al mes puede pasar a costar 150.
Éste caso es un ejemplo, pero el problema es mucho más amplio. En primer lugar, porque aunque se haya ganado este juicio, los laboratorios no van a cejar en su empeño, puesto que se juegan mucho, y van a recurrir el fallo y como mínimo retrasarán el proceso. Su intención está clara, no quieren abaratar el producto, puesto que podría reportarles disminución de beneficios (imaginémonos lo que significaría que el mundo, también el primero, se llenara de genéricos), y, por otro lado, no quieren que las débiles industrias farmacéuticas de los países subdesarrollados (las que fabrican los productos genéricos) puedan hacerles la competencia –en este momento hay trece productos contra el sida, en India, esperando ser examinadas sus patentes-- , importándoles un pimiento si se salvan o no vidas. Lo trascendental son los grandes beneficios que estas empresas obtienen. Así se expresaba Jesús Acebillos, Presidente de Novartis en España, responsable a la vez de los mercados emergentes de su empresa:
“El rechazo de la patente de Glivec (producto que cura el cáncer) para Novartis significaría libertad para copiar el producto y de comercialización sin control, incluso fuera de los límites territorios del país en el que se produzca, facilitando una competencia desleal de consecuencias negativas para pacientes e industria innovadora”. Lo negativo para los pacientes es una entelequia que tendría que explicar mejor este señor o lo que sea.
Está claro que en nuestro mundo se ha instalado el “todo vale” con tal de obtener beneficios. Y siendo triste en general, mucho más lo es si se trata de productos donde se está jugando con la vida. O hay voluntad política –lo que dudo, pues los intereses son comunes— para cambiar esto o dentro de poco en los países pobres tendrán que pagar por respirar, siempre que consigan sobrevivir. Y si no, al tiempo.
Salud y República
2 comentarios:
qué indecencia amigo...
EL día que leí esta noticia entre en la página de Novartis y casi vomito de la hipocresía allí demostrada por sus responsables...
...
SaLUDOS!
Pero no solo en los países pobres. En aquellos países ricos donde no está garantizada la universalidad de la asistencia sanitaria, tambíen hay enfermos que no puede costearse los trtamientos farmacéuticos, auqnue en buena lógica tienen otras posibilidades.
Aunque coincido contigo de que es en los países empobrecidos donde la situación es de juzgado de guardia (o directamente de La Haya)
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