Ya no se guardan las formas. La neutralidad debería ser algo
implícito en los discursos del rey, si es que pretende ser el rey de todos. Su
función es ritual y simbólica, no forma parte de los tres poderes del Estado.
Ayer en su discurso en el Parlamento, agradeció a los que
permitieron que Rajoy fuera
presidente, o sea a Ciudadanos y al PSOE, su decisión
política. Y, además, echó la culpa del paréntesis sin gobierno a la crisis
política, cuando eso ha sido el resultado, provocado por la corrupción, la
desigualdad, el adelgazamiento del Estado del Bienestar. Demostrando que está,
como lo estaba su padre, al lado de la Gran Coalición (antes bipartidismo).
Para empezar, es difícil de entender que quien abre una
nueva legislatura democrática sea alguien que no ha sido elegido por el pueblo.
Además, los reyes en nuestro país siempre han estado al lado de los poderosos,
compartiendo el pastel, basta darse un paseo por nuestra historia. Y, hoy,
siguen estando de su parte.
Por mucho que se diga, la Monarquía no ha sido votada. En un
momento difícil, lo que hicieron en la Transición es colárnosla dentro del
paquete total de la Constitución y al votar ésta positivamente, pasó un examen
que no hizo.
Ayer era un momento importante para demostrar que una parte
del pueblo no es monárquica. A pesar de que algunos se rasguen las vestiduras:
una bandera republicana, una camiseta con “yo no voté a ningún rey”, unas
escarapelas tricolores, una ausencia en un besamanos (su solo nombre me produce
urticaria y me retrotrae al siglo XIX o antes) y en un desfile, son formas y
síntomas de pluralidad, de hacer ver de forma clara y rotunda que la opción
republicana está presente en la sociedad.
El caso del PSOE, por ejemplo, no deja de ser un caso de
esquizofrenia. A título individual, la mayoría de los socialistas dicen ser
republicanos y, sin embargo, defienden la monarquía y se destrozan las manos
aplaudiendo, diga lo que diga, al rey.
Y es que en este país, se quiere hacer ver que ser monárquico
significa ser más patriota, en absoluto. Basta ver, esos patriotas de cartón
piedra que roban dinero público, o utilizan para sus propios intereses lo
público, o tienen cuentas en paraísos fiscales, o cometen fraude fiscal, a qué
partidos pertenecen o apoyan.
Otro caso de manifiesto patrioterismo barato fue el
comportamiento de senadores del PP (incluida Rita Barberá) que ocuparon escaños
en el hemiciclo cuyos titulares eran miembros de Unidos Podemos. Y es que,
estos patriotas abrazafarolas se creen, sin pudor que son los dueños de este
país. Ni tan siquiera la configuración de las nuevas Cortes les hace cambiar el
chip. Ellos a lo suyo. A ocupar su cortijo.
No alcanzaremos una democracia plena hasta que, entre otras
cuestiones, no votemos que tipo de Jefatura del Estado queremos, si República o
Monarquía. Mientras tanto, la estará usurpando alguien cuyo único mérito es ser
hijo de alguien que fue puesto a dedo por el dictador Franco, y que nos colaron
con el truco de “es lo que hay”.
Salud y República
1 comentario:
No se porque me da a mi en la nariz que España va camino de ser de nuevo una casa de putas mal organizada... :(
Salud
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