Hoy ya no estás, pero estás. Y fue dura. Muy dura una vida
que amanece dos veces. Desde chico, oliendo a pobre fuiste creciendo, creando
un mundo mejor en tu cabeza. Eso te llevó a defender los valores de la vida con
coraje ilimitado: la libertad, la solidaridad, la justicia, la democracia. Y
todo ello con pasión, con honradez, con humildad y con intensidad.
A tus padres debes tu conocido sobrenombre. Cambiaste
Fernando por Marcos Ana, marcando con orgullo tu procedencia y tu cariño. A los
dieciséis años te alistaste para defender a tu patria de la rebelión fascista.
Después vino la cárcel. Con diecinueve años, en plena juventud te encerraron,
lo que duró veintitrés años. Ni más ni menos.
Allí, condenado a muerte, te salvaste de milagro más de una
vez. A esa experiencia amarga y fría supiste darle la vuelta para sacar
provecho. Y bien que lo conseguiste. A pesar de constantes torturas,
aislamientos y demás castigos, fue para ti una especie de universidad. Allí
estudiaste y te formaste intelectualmente, allí encontraste acomodo ideológico
entre otros compañeros y camaradas y allí tuviste tiempo y coraje para
demostrar que, aunque te quitaran la libertad, propiciabas y participabas en
todas las actividades políticas que se producían dentro. Y además, tuviste
ganas y tiempo para escribir, demostrando el poeta que llevabas dentro.
(Documental de mi querido Javi Larrauri, donde Marcos Ana cuenta su propia vida. Verlo es necesario para entender su vida, su poesía, su solidaridad, por su propia boca. ¡Vale la pena!)
Porlier, Ocaña y sobre todo Burgos, tus nefastos domicilios
durante los casi cinco lustros de tu turismo penitenciario, hasta que volviste
a nacer, allá por 1961. Y seguiste en la brecha. Desde París y viajando por
todo el mundo fuiste dando el apoyo a los exiliados y opositores del franquismo
y denunciando la falta de derechos humanos del régimen.
Y llegó la muerte del dictador y volviste, sin rencor.
Seguiste con tu militancia comunista haciendo política en tu tierra hasta que
te has ido. Hace bien poco te pudimos ver en la manifestación contra el TTIP.
Siempre activo, siempre activista, siempre defendiendo a los más débiles,
siempre reclamando los derechos humanos. Hasta el final.
Compañero, ojalá que tu ejemplo nos persiga, ojalá que tus
fuerzas nos ayuden, ojalá que tu palabra nos alivie y nos aliente.
Que tu árbol sea el nuestro, que tu vida sea nuestro
ejemplo. Ya te echamos de menos, compañero.
Salud y República
4 comentarios:
Un gran hombre, un gran poeta. Merece nuestro recuerdo.
Salud.
Me ha dado mucha pena, al escuchar que nos ha dejado.
Descanse en paz.
La verdad es que sabia poco de el, que descanse en paz.
Salud
Que la tierra le sea leve y acoja en su seno tibio el alma limpia y valiente de quien no solo no se rindió nunca sino que abrazó la palabra y la belleza como únicas armas.
Gracias por el sentido y hermoso homenaje de tus palabras
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