No es la primera vez. Han sido cuatro años y medio cometiendo
tropelías. No ha sido sólo la corrupción, tampoco ha sido únicamente la
prepotencia de una mayoría absoluta impuesta de forma totalitaria. Ha habido
también actuaciones que han demostrado que el gobierno del Partido Popular ha
utilizado el Estado para sus aviesos fines, sin importarles convertir las
instituciones más preciadas en cloacas del Estado.
La última y definitiva –por si quedaba alguna duda— ha sido
la utilización del ministro Fernández Díaz de la oficina del antifraude
catalán, para perseguir e implicar a personajes independentistas en algún
delito. Así lo ha demostrado la conversación del ministro con el jefe de esa
oficina, Daniel de Alfonso, en la que le solicita apremio para investigar e
incriminar a dirigentes catalanes secesionistas.
Este ministro, ha sido capaz de aprobar la llamada ley
mordaza –en contra de todo el parlamento y con críticas severas desde la Unión Europea,
por su totalitarismo--, el mismo que se ha divertido otorgando medallas y
honores a vírgenes y santos, el que dice tener un ángel, llamado Marcelo, que
le ayuda a aparcar el coche; el que ha ordenado y permitido las cargas más
severas de la policía contra manifestantes en los últimos años; justo quién, no
hace tanto, recibió en su despacho del ministerio, con secretismo, a su amigo imputadísimo
Rodrigo Rato. Ese al que le gusta tanto poner concertinas o defender que se
disparen pelotas de goma a los inmigrantes africanos. O simplemente acusar a
otro partido de ser proetarra. Este mismo ministro ha demostrado ser un
personaje capaz de utilizar cualquier medio a su alcance, aunque no haya sido
legítimo, para atacar a sus adversarios políticos.
Ahí está. Tan chulo como meapilas. Intentando hacer creer
que lo único importante no es la reunión, sino quién la ha grabado. Trata de
echar balones fuera como sea, porque a estas alturas del partido no va a
dimitir, ni le van a cesar. Intenta tapar con esa excusa lo más grave: Que se
ha organizado una trama mafiosa desde su ministerio para perseguir a
contrincantes políticos.
Y sí, es verdad que es de resaltar que al jefe de seguridad
del Estado le puedan espiar en su propia oficina, pero eso no hace sino demostrar
una incompetencia tremenda que da idea de en qué manos estamos.
A todo esto, parece que Rajoy está al tanto. Es más,
defiende la tesis de que lo escuchado son conversaciones normales, un verdadero
disparate, cuando se trata de organizar una trama digna de El Padrino, desde el
centro neurálgico de la seguridad del Estado.
Una más. Y ahí siguen, despidiendo un hedor insoportable,
esperando que alguien les tienda la mano el 27 de este mes, para seguir
gobernando. Algo increíble. Son tramposos, mafiosos, mentirosos, desleales,
patriotas de cartón piedra, insolidarios y no sé cuántas cosas más. Han
convertido algunas instituciones del Estado en cloacas por propios intereses.
No puede caber ninguna duda, cada vez menos. Quien vote al
PP tiene que ser considerado corresponsable de la política criminal que
practica. No es posible seguir con esta gente al frente del gobierno, por
higiene democrática deben largarse.
Por cierto, este ministro chupacirios es el responsable del
recuento de las elecciones. Y da miedo. Sería el momento –si es que no es tarde
ya— de pedir observadores internacionales, no vaya a ser que el ángel Marcelo
le ayude a hacer el recuento. De un tipo así, no me fío un pelo.
No queda otra, tenemos la oportunidad de quitárnoslos de
encima el próximo domingo. Y la mejor manera es votando a quienes tienen una
política alternativa: Unidos Podemos. Hay que volver a sonreír, a creer en la
política, en la honestidad.
Salud y República (y no olvides votar con una sonrisa).
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