11 noviembre 2007

La literatura como terapia de la política (VII)

El párrafo de la semana pasada pertenecía, como muy bien ha adivinado Augusta II, a “Un mundo feliz” de Aldous Huxley. Como todos sabéis, hace una parodia del totalitarismo, creando un “mundo feliz” de seres divididos en clases jerárquicas, donde se ha inculcado la privación de libertad y la coaccion social. Esa felicidad se consigue a cambio de sacrificar: la diversidad cultural, la literatura, la filosofía; y por medio de una droga que somete al ciudadano a una integración forzada. Todo ello escrito con una brillante prosa critica.

Este escritor, que estuvo nominado varias veces para el Nobel y que injustamente no lo recibió, es de los que con su forma de escribir y con los temas que toca merece una mención sobresaliente dentro de la literatura del siglo XX.

Fue una de las primeras novelas que leí, recomendado por un profesor de filosofía que nos hizo descubrir que el conocimiento no sólo está en los ensayos, sino en la vida misma y en los libros de ficción.

Y ahora vamos con el texto de la semana:

“Todavía retengo algunas imágenes de aquel día: por ejemplo, el rostro de Pérez cuando se nos reunió cerca del pueblo por última vez. Gruesas lágrimas de nerviosidad y de pena le chorreaban por las mejillas. Pero las arrugas no las dejaban caer. Se extendían, se juntaban y formaban un barniz de agua sobre el rostro marchito. Hubo también la iglesia y los aldeanos en las en las aceras, los geranios rojos en las tumbas del cementerio, el desvanecimiento de Pérez (habríase dicho un títere dislocado), la tierra color de sangre que rodaba sobre el féretro de mamá, la carne blanca de las raíces que se mezclaban, gente aún, voces, el pueblo, la espera delante de un café, el incesante ronquido del motor, y mi alegría cuando el autobús entró en el nido de luces de Argel y pensé que iba a acostarme y a dormir durante doce horas.”

Pues nada, adelante con los faroles. Seguiremos la próxima semana, mientras tanto, a acertar toca.

Salud y República

2 comentarios:

Gracchus Babeuf dijo...

Esto era muy fácil: El Extranjero, de Camus. Que, por cierto , es otra obra política.

RGAlmazán dijo...

Sí señor. Cómo se nota que es Ud. un afrancesado.
D. Gracchus, ¿tiene Ud. algo contra las obras políticas?
¿Hay acaso alguna obra de arte que no tenga connotaciones políticas?
Hasta El rey León y La isla del tesoro tienen su intención.

Como Vuecencia sabe, en su amplio sentido, todo es política.

Salud y República