¡Qué
ilusión! En Génova habrá primarias. ¡Quién lo iba a decir! Los peperos han
dejado el dedo de Rajoy en el armario de Santa Pola y han sacado las urnas.
Parece mentira, ellos que juegan con la democracia a su albedrío, y la obvian
cuando les conviene, y al final van a practicar dentro lo que les cuesta creer
fuera.
A todo
esto, se han pasado presumiendo de ser el mayor partido de España, con más de
800.000 militantes y resulta que ahora dicen que la mayoría no han pagado las
cuotas y que esperan que voten la mitad en sus primarias. Vamos, otra mentira
desenmascarada. Y van…
Se han
presentado seis candidatos para dirigir el partido (eran siete, pero parece que
uno no tiene todos los avales necesarios en regla). Se ha abierto la veda.
Vamos a ver cómo termina esa constante unanimidad y esa homogeneidad que se han
empeñado tantos años en disimular. Sin Rajoy y sin Núñez Feijoo, que podría
haber sido un candidato de consenso, se pueden empezar a abrir las heridas por
donde penetre la miseria y la corrupción que hasta hoy estaban compactas.
De los seis
candidatos, parece que sólo hay dos que tiene posibilidades. Y son dos
candidatas. De los otros cuatro poco se puede decir.
Dos, me son
prácticamente desconocidos, uno, un tal García Hernández (iguales apellidos a
los de un amigo que ya no está y echo de menos) tiene como aval al que ha sido,
para mi entender el peor ministro del Interior de la democracia, desde que
dicen que ésta existe. Me refiero a Jorge Fernández Díaz, ministro deleznable,
meapilas, dictadorzuelo, espía acomplejado de sus contrincantes, amigo íntimo
de corruptos –Rato o Bárcenas— y reprobado por el Congreso. Con ese aval, el
bueno de García Hernández ya puede irse dando por jodido. Es lo que tiene ser
poco conocido y aliarse con el autor de la ley Mordaza.
Elio
Cabanes, conocido en su casa a la hora de comer, es otro que cuenta con menos
posibilidades de triunfo que Marruecos en el Mundial. El pobre, que nunca había
dicho ni pío, para hacerse el héroe, le dio por criticar a Rajoy cuando perdió
la moción de censura. Un cero a la izquierda.
Margallo es
otro de los candidatos. Hombre refinado, ministro de Exteriores con Rajoy y con
poca importancia en el partido. Su afán, y así lo ha confirmado, es hacer todo
lo posible porque su enemiga Sáenz de Santamaría no logre el triunfo. Con eso se
conforma. Ya verán como terminará apoyando a Cospedal.
Otro de los
ilustres es Pablo Casado. Y ya se sabe, el ‘Casado’ casa quiere (en Génova),
pero lo tiene prácticamente imposible. Su currículo académico amenaza con
acabar con su carrera, parece que están a punto de imputarle. Pero él, erre que
erre. Debería dedicarse a dar conferencias a los estudiantes para que aprendan
cómo se consiguen los títulos en poquísimo tiempo y las convalidaciones ni se
sabe cómo.
Quedan por
tanto las dos mujeres. Soraya y María Dolores. Sáez de Santamaría y Cospedal. O
como dicen los que las conocen bien, la Repipi y la Condesa del Finiquito en
Diferido. Dos mujeres que se odian, según comentan en su propia casa, a las que
se les llena la boca de regeneración del partido. Y, perdónenme que lo dude.
Las dos han tenido un mismo maestro, M punto Rajoy. Y me es muy difícil creer
que con ese maestrillo y ese librillo se consigan ciertos objetivos de regeneración.
No hay que
olvidar que Cospedal ha sido la M punto Rajoy en el partido, ha seguido punto
por punto a su capo, sin quitar un acento, y que Santamaría ha sido la voz de
su amo en el gobierno. Y que quieren que les diga, han cumplido para su dueño,
pero no inspiran cambio alguno.
Son, en
definitiva, la herencia del registrador. Una ha capeado, como ha podido, los
casos de corrupción, defendiéndolos hasta la saciedad. Y la otra ha sido
cómplice responsable de lo ocurrido en Cataluña y de la política que nos ha
llevado a la desigualdad mayor en este país. Con estos mimbres, sólo puede
salir el mismo cesto, con la mitad de material. Más de lo mismo, con suerte.
Porque el odio que se tienen puede llevar al partido a una división
irreconciliable. Por el daño que han hecho: ¡Que así sea!
Salud y República
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