Hay que ver cómo presumen muchos de ser patriotas, de dar lecciones, de ser verdaderos herederos de las glorias de Isabel la Católica. Y no digo yo que no haya alguno por ahí que se lo crea de verdad –pobre enfermo--, sin embargo, por lo que demuestran muchos se trata de pura fachada, de aparentar, haciendo bueno el refrán: “Dime de que presumes y te diré de lo que careces”.
En este país ya estamos hartos de gente que se autodenomina patriota y que luego en la acción diaria deja mucho que desear. Quizá deberíamos empezar por saber qué se entiende por patriota.
Hay quien piensa que ser patriota es creer en la España Una, Grande y Libre. Una España cuya diversidad es un estorbo, cuya grandeza se acoge a las España Imperiales y cuya libertad se basa en que todos deben respetar como mucho en la libertad de mercado, sin excusas, todo lo demás, puro libertinaje.
Esos son los que se visten de domingo para manifestarse en contra del matrimonio homosexual o del aborto, o en defensa de la libertad económica. Gente de bien que saca la bandera cada dos por tres –algunos la sacarían con el aguilucho si no fuera porque les llamaría antiguos y porque quieren disimular—, los que someten sus mandatos a la Iglesia y a la CEOE. Los que se dan golpes de pecho y se confiesan para liberarse de sus continuas faltas. Los que hacen negocios a costa de los amigos y trabajando poco. O los que utilizan el poder de su Ejjpaña para intereses particulares.
Son aquellos que se llevan el dinero a paraísos fiscales, los que, si pueden, defraudan, los que utilizan la ingeniería financiera para pagar menos que los currantes normales, los que tienen su domicilio fiscal fuera de España y sin embargo se llevan los premios y méritos deportivos o artísticos aquí. Los que están todo el día puteando al personal pero luego se confiesan y empiezan desde cero. Los que ven un peligro en los inmigrantes. Los que medran a costa de otros.
Ahí están esos que se rasgan las sotanas cuando hablan de matrimonios homosexuales y del aborto, y sin embargo no dicen ni pío ante los desahucios o la miseria creciente. Ahí quedan esas magníficas empresas que obtienen los más grandes beneficios en época de crisis y que no les importa tener su dinero en algunas SICAV, en paraísos fiscales o hacer trabajar en régimen de esclavitud a niños del tercer mundo, o simplemente no pagar el IVA. Esos Urdangarín y DíazFerran que andan sueltos. Gente lista y reconocida que sabe evadir impuestos y ser corruptos de primera, en muchos casos, consentidos.
Por ahí andan esos politicastros que malgastan lo público, capaces de “regalar” hospitales a sus amiguetes para que hagan negocio con la salud de todos, que aumentan el paro para que el trabajo sea más barato, que no son capaces de poner impuestos a las grandes fortunas, cargarse las SICAV, perseguir el fraude fiscal en condiciones, o evitar desahucios y miserias, y, sin embargo, recortan la educación, la sanidad y los servicios públicos, dejan a los discapacitados indefensos y nos hacen repagar por servicios que ya pagamos. Esos que dicen ‘que se jodan’ a los parados o que son unos vagos que compran teles de plasma con el subsidio. Los mismos que incumplen y quieren cargarse los derechos que recoge esa Constitución que tanto aman y no quieren cambiar. Responsables de fiestas donde mueren personas por su negligencia, y que sin embargo echan siempre la culpa a otros. Los que jamás dimiten, pase lo que pase.
Todos esos son los que se llaman a sí mismo patriotas. Ellos son así. Ese es su mundo y pretenden ser los grandes patriotas. Cuando sacan sus banderas y sus consignas a pasear, se sienten españolísimos, los únicos con derechos, “la gente de bien” “la gente de orden”.
Mientras, los que trabajan o hemos trabajado toda su vida, los que no trabajan porque no hay trabajo, los que pagamos todos los impuestos, los que denunciamos injusticias, los que nos movilizamos para que no nos quiten nuestros derechos. Los que jamás hemos metido la mano en la caja. Nosotros, somos gente perroflauta, incapaz de comprender a “los patriotas”, gente que no colabora, capaz de pegar a los policías en las manifestaciones y de sacarnos un ojo para echarles las culpas a las fuerzas del orden público. Nosotros somos la escoria, los que no dejamos avanzar este país. Los que damos el golpe de Estado, los traidores. Los inconformistas sin motivos. Los decimonónicos. Somos los antipatriotas indignados.
Miren ustedes, modernos miserables patriotas de hojalata, métanse su patria por el culo.
Salud y República
5 comentarios:
Es que todos esos que mencionas, de patriotas tienen lo que yo de cura, eso es patrioterismo, confunden la velocidad con el tocino, ojalá que los verdaderos patriotas prevalezcan y hagan algo por este País y su pueblo, como por ejemplo, barrer con la corrupción que nos pudre...
Salud
Ostras, hoy estuviste acerado. Sí, todo patrioterismo suele esconder intereses y más intereses. Gente que se aprovecha, que pide un poco más de esfuerzo mientras ellos se llenan los bolsillos. Para mí son seres despreciables, sin más contemplaciones. Los países y las naciones me parecen bien, también me parece bien avanzar hacia una verdadera unión de todos que no se parezca en nada a la globalización. Pero países y naciones deben estar siempre puestas al servicio del hombre y de la solidaridad internacional, y no a beneficio de unos pocos. Eso, para mí, es ser de izquierdas.
Así están las cosas. ¿Te acuerdas de aquel viejo refrán: "Dime de qué presumes y te diré de qué careces"? Si es que todo el tiempo es así y está todo inventado. Un abrazo, querido amigo.
De acuerdo, Rafa: yo también soy, entonces, antipatriota.
Los hipócritas suelen ser los que primeros se alistan ante la palabra "patria" o (en nuestro caso) "democracia"...y después resultan ser los que más claramente muestran su doble moral.
=(
Un abrazo
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