Todos los
años se producen fichajes de primera (y de tercera).Los equipos de fútbol se
lleva la palma. Pero no hay que dejar de lado a los partidos políticos. El gran
fichaje de esta temporada, para las municipales próximas, se llama Manuel
Valls.
Ciudadanos
le ha elegido para ser cabeza de un movimiento que pretende ganar la alcaldía
de Barcelona. Sí, ese que fue primer ministro francés durante dos años y que
tiene un currículo político que culmina con un fracaso total, perdiendo las
primarias a las presidenciales francesas, y habiendo contribuido de forma
considerable en el hundimiento del partido socialista francés.
Hoy, en su
ocaso político francés, pretende resurgir en Barcelona, de la mano de un
partido cada vez más ultra. Se trata de, una vez que ha bajado a la segunda
división francesa, desaparecer de la escena gala para intentar resurgir en
Barcelona, como el Ave Fénix. Eso sí, pretendiendo hacerlo en una plataforma
independiente –cuando todos sabemos que está bajo el manto del falangito
Rivera--, con el fin de acaparar votos de todas las ideologías.
Dice ser de
izquierdas, a pesar del apoyo de los naranjitos derechones, y se proclama con
orgullo seguidor de Blair, o sea socialista de pega. Algunas de sus derivas ‘socialistas’
son para mear y no echar gota. Defiende alargar la edad de jubilación y poner
cuotas estrictas a la entrada de migrantes. Está a favor de los transgénicos y
de las centrales nucleares, y se ha declarado seguidor de las tesis de
Ciudadanos en el tema catalán. Vamos, ‘un socialista de tomo y lomo’ y un
peligro en ciernes de tamaño monumental.
Una de las
cuestiones, más importantes para él, es limpiar el espacio público y desalojar
a los manteros –sin decir que piensa hacer con ellos, aunque me temo que los
quiera devolver a su patria--. De momento, a pesar de seguir siendo diputado de
la Asamblea Francesa y cobrar de ella, todavía no ha concurrido a ninguna de
sus sesiones esta temporada, debido a que se está centrando en intentar ganar
la alcaldía de Barcelona.
Es
simplemente un aprovechado, un vividor de la política que no sólo se ha
dedicado a su propio interés hasta que ha perdido la batalla, sino que no se
conforma y una vez que ha contribuido a hundir al Partido Socialista Francés y
ha perdido las primarias a la República, al igual que las ratas, abandona su
barco y busca un hueco lejos, en otro lugar: Barcelona. Pretendiendo vender la
primera parte de su currículo político –hasta que fue nombrado Primer
Ministro--, y olvidándose de la otra parte, la del fracaso total de su partido
y de su persona, habiendo quedado en diputado raso, a las órdenes de Macrón,
incapaz de asumir su derrota y decidido a volver a triunfar.
Esperemos
que su contribución a Ciudadanos sea la misma que fue al Partido Socialista
Francés, o sea su hundimiento casi total (hoy el PSF cuenta con 29 diputados de
577, el 5%). Sin embargo, el peligro existe, ya sabemos la fuerza de Ciudadanos
en Catalunya y la afición que muchos ciudadanos tienen a líderes políticos,
aunque estén en la más absoluta decadencia. Así es que, atentos al Ave Fénix,
para que no resurja de sus cenizas.
Salud y República
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