Corrección: Este texto no es de Sampedro, aunque me llegó como si fuera él el autor. Lamento el error, el texto es de Democracia Real Ya, Mantengo el texto original, aunque he quitado la foto de Sampedro y el nombre del escritor del título y lo he prologado con esta corrección. El contenido de la carta es válido y lo comparto plenamente. Gracias a todos por vuestra comprensión.
Por medio de mi amigo Antonio Aramayona llega a mi poder esta carta, recién  escrita de José Luis Sampedro al presidente del gobierno. Una carta que comparto  y publico. Trata sobre la reforma de la Constitución, y no puede ser más clara  ni más certera.
 Carta a Don José Luís Rodríguez  Zapatero 
Presidente del estado Español. 
Y al resto de las señorías que portan la  representatividad parlamentaria. 
Señor presidente, permitánme dirigirme a usted para  comentarle mis más profundas inquietudes que, por mi honor y conciencia, me  impiden quedarme al margen de los hechos relativos a nuestra Constitución  amenazada por una vergonzosa e imborrable mancha.
 
Habéis realizado un gobierno durante sus dos  legislaturas en las que, muchos podemos estar en contra o a favor de su gestión  frente del ejecutivo que preside. Habéis cometido aciertos y errores, éstos  últimos desgraciadamente más numerosos en su último periplo presidencial. Sus  gestiones pueden ser criticadas o avaladas desde todos los frentes que los  ciudadanos deseen pronunciarse. 
¡Pero que mancha de cieno sobre vuestro nombre -iba a  decir sobre vuestro reino- puede imprimir esta abominable reforma  constitucional! Por lo pronto usted decide reformarla mediante una llamada  telefónica al señor Mariano Rajoy, presidente del principal partido de la  oposición, tomando ambos la representatividad parlamentaria como un absolutismo  de dos dirigentes, dando bofetada suprema a toda justicia. Y no hay remedio,  España conservará esa mancha sobre su carta magna y la historia consignará que  semejante crimen social se cometió al amparo de vuestra presidencia. 
Puesto que ha obrado tan sin razón, hablaré. Prometo  decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace el tribunal con toda  claridad. 
Es mi deber: no quiero ser cómplice. Todas las noches  me desvelaría el espectro de la ciudadanía que expía a lo lejos cruelmente  ultrajada, una reforma que no ha decidido. 
Por eso me dirijo a vos gritando la verdad con toda  la fuerza de mi rebelión de hombre honrado. Estoy convencido de que la  ciudadanía no ignora lo que ocurre, entonces ¿a quién denunciar este afrenta  malhechora de verdaderos culpables sino al primer soberano de la carta magna, al  Pueblo? 
Ante todo la verdad acerca de nuestra carta magna y  su proceso de reformarla. 
Nuestra Constitución, nacida en 1978, promulga en sus  artículo primero del título preliminar 
“España se constituye en un Estado social y  democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento  jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo  político”. 
Agentes externos a nuestro ámbito constitucional, la  señora Merkel y el señor Sarkozy han dictado los cambios que usted promulga,  auspiciados aún si cabe por entidades externas y opacas a la ciudadanía, no sólo  de nuestro estado, sino del resto de los ciudadanos miembros de la Unión  Europea. 
Señor presidente del gobierno y señor presidente del  principal partido de la oposición: 
No recuerdo que en ninguna de las legislaturas, en  las que ustedes han sido elegidos como representantes de los ciudadanos (ni  anteriormente tampoco), hubiese en algún proceso electoral papeletas para  proceder a legitimar a estas personas (la señora Merkel y el señor Sarkozy)  sobre nuestro ordenamiento legal, jurídico y constitucional. 
Igualmente me consta, en ninguno de sus respectivos  programas electorales, ninguna intención de reformar la  constitución. 
Ante este hecho y sus intenciones, ustedes han puesto  la forma política dictada por la Constitución (representación parlamentaria) muy  por encima de la soberanía establecida en la carta magna (el pueblo) documento  que regula las normas y convivencia en nuestra nación. 
Al ejercer su disciplina partidista, sr. Zapatero y  sr. Rajoy, en la que los señores y señoras parlamentarias únicamente promulgan  el deseo de sus líderes (en el presente caso ustedes), vuestras señorías son  responsables y ejecutores del crimen que les expongo. 
De forma sorpresiva, en periodo estival, con un  parlamento en funciones, donde las señorías preparan las maletas fuera del  hemiciclo ante la próxima cita electoral, ustedes pretenden modificar la  Constitución sin consultar a sus soberanos. 
Ustedes sobrepasan con sus intenciones el artículo  primero del título preliminar de nuestra constitución. Su reforma no es para un  “Estado social” y sus formas no son, ni mucho menos, “democráticas de  Derecho”. 
Tal es la verdad, señores parlamentarios, verdad tan  espantosa, que no dudo quede como una mancha en vuestra representatividad.  Supongo que no tengáis ningún poder en este asunto, que seáis prisioneros de los  mercados y de los poderes que os rodean; pero tenéis un deber de ciudadano en el  cual meditaréis cumpliéndolo, aunque dudo que honorablemente. No creáis que  desespero del triunfo; lo repito con una certeza que no permite la menor  vacilación; la verdad avanza y nadie podrá contenerla. 
Hasta hoy no perpetrabais el proceso, pues hasta hoy  no han quedado deslindadas las posiciones de cada uno; a un lado los culpables,  que no quieren la luz; al otro los justicieros que darán la vida porque la luz  se haga. Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la  explosión será terrible. Veremos como se prepara el más ruidoso de los  desastres. 
Señor Presidente, concluyamos, que ya es  tiempo. 
Yo acuso al Banco Mundial, FMI, OCDE y demás  organizaciones supranacionales y externas al gobierno europeo de ser los  organizadores de este crimen. Ninguna de ellas elegidas en representatividad por  el Pueblo de un estado, el nuestro, sobre el que quieren reformar la  Constitución. 
Acuso a la UE y al BCE de ser garantes dentro del  territorio europeo este complot. 
Acuso a Standard & Poor’s y a Moody’s como  cómplices y beneficiarios de este acto. 
Acuso al conjunto de la banca europea y nacional como  lobby cómplice y beneficiarlo de esta infamia. 
Acuso a la señora Merkel y al señor Sharkozy por  inducir a perpetrar este vil atentado a nuestra soberanía. 
Acuso a aquellas empresas, que junto a la banca,  presionan a sus señorías para dejar de ejercer la representatividad de sus  soberanos, ejerciéndola sobre sus intereses económicos. 
Acuso a aquellos políticos cuyo máximo interés es  mantenerse en el cargo que ejercen a cualquier precio, tan indignantes como el  del crimen que nos ocupa. 
Y por último: les acuso a ustedes por proponer esta  modificación de espaldas a la ciudadanía. Ciudadanía que avala, es garante y  soberana tanto del estado Español como de su carta magna. Ustedes que, mediante  una simple llamada telefónica, ultrajan la inviolabilidad de una Constitución,  inviolabilidad que defendieron cuando no se han atrevido a mantener su vigencia,  adecuándola a las realidades sociales. Ustedes que juraron o prometieron sobre  ella. 
Se atreven a modificar el máximo documento del Estado  en aras del “Mercado”. Mercado al que pretenden calmar mientras las voces del  pueblo son ignoradas o silenciadas. 
Puede que éste crimen ejerzan el efecto que ustedes  esperan, pero no ignoren las victimas consecuentes. Habrán convertido la  Constitución en un simple panfleto al que poner a cotizar en los mercados de  valores, habrán convertido el espíritu de la transición española no en un  garante de paz y democracia social como fue en su día, sino en un mero informe  de resultados macro-económicos. Y habrán convertido a la ciudadanía española en  un pueblo sin su máximo referente de legalidad moral y convivencia al subvertir  los valores representados en ella por cifras monetarias inducidas fuera del  espíritu en el que se redactó. 
Distinguidas señorías, en nuestro Estado, no sólo hay  que ser demócrata, también hay que parecerlo y sus formas distan mucho de ello.  Desde hace mucho tiempo no resuelven entre ustedes la composición del Tribunal  Constitucional y resulta que si resuelven en minutos modificar el texto sobre el  que basar sus juicios. Lo dicho señorías, también hay que parecerlo. 
Sólo la ciudadanía tiene el derecho, tiene el deber,  de mantener vigente este documento, ustedes han de darles los medios. Ustedes,  la clase política, que no sólo por activa ahora perpetran este crimen que nos  ocupa, sino que por pasiva en las últimas décadas no han dado un paso para  mantener su vigencia, y mucho menos aún, consultar al Pueblo al  respecto. 
No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo  sobre mí el peso y decisión del máximo soberano del estado del cual ustedes se  supone que representan. Y voluntariamente me pongo a disposición del  Pueblo. 
En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir  que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas  rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia  social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de  activar la explosión de la verdad y de la justicia. 
Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz  se haga, y lo imploro en nombre de la ciudadanía, que ha sufrido tanto y que  tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi  alma. Que se atrevan a llevarme a los ciudadanos y que me juzguen  públicamente. 
Así lo espero. 
Gracias, maestro, por su ejemplo y por seguir acompañándonos. 
Salud y República