Detrás de cada nombre, mejor dicho delante, hay una persona. Yo hoy quiero traer a Kabila a dos mujeres con el mismo nombre.
Un refrán dice que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Me parece desfasado y machista. Yo prefiero hablar, en este caso, de dos grandes mujeres con dos grandes hombres.
Hoy que Miguel Hernández y Marcelino Camacho son noticia, quiero hablar de sus compañeras del alma.
--Josefina Manresa--
Josefina Manresa quedó viuda siendo muy joven. Miguel le dedicó sus mejores poemas de amor, y ella desde su muerte se dedicó a cuidar a su querido hijo Manuel Miguel y a velar y a difundir la obra del poeta. Ese fue su objetivo, difícil de cumplir en tiempos en el que el poeta era silenciado y estaba prohibido. Y lo hizo con valor y con amor. Siempre estuvo donde le llamaron para hablar de la obra de su amado esposo. Pudo disfrutar poco tiempo de Miguel, éste murió cuando Josefina tenía veinticinco años, pero estuvo toda la vida a su lado, vivió por él y por su obra, hasta que falleció a los setenta y un año.
--Josefina Samper--
Y qué decir de Josefina Samper. Hoy he ido al último homenaje celebrado en honor de Marcelino Camacho, su despedida. Allí, en la Puerta de Alcalá estábamos miles de personas que queríamos despedirnos de Marcelino, pero allí estaba también Josefina su compañera de toda la vida.
Josefina sufrió junto a Marcelino, una guerra y una posguerra dura. Si Marcelino estuvo en la cárcel, ella trabajó fuera para la misma causa, mientras le fabricaba esos jerseys de cuello alto que hoy llevan su nombre. Ella cuidó de sus hijos, ayudó a otros camaradas, hizo continuas visitas a la cárcel. Preparaba comida para Marcelino y otros compañeros presos. Fue sin duda la ayuda que necesitaba, ese bastón que le dio fuerza, esa compañía imprescindible, esa compañera en momentos solitarios, en situaciones duras.
Hoy en la manifestación aguantaba el tipo con una entereza tremenda. Con unos cuántos años a sus espaldas, allí estaba, de pies, en primera fila, con su fuerza habitual, con esa pasta de mujer fajada en mil batallas. Allí, ha escuchado constantes gritos de ánimo: ¡Jo-se-fi-na! Y al final, sin estar previsto, no ha podido por menos que coger el micrófono y dar las gracias, y, emocionada pero entera, contarnos las últimas palabras de Marcelino:
Estaba con una vecina, hablando de lo de siempre, y apenas podía hablar, no se le entendía, pero en un momento se sentó y dijo: “Si uno cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante”
Y esta confesión hizo humedecer algunos ojos, entre otros los míos –les ruego no se lo comuniquen a algún intelectual miserable, no vaya a ser que me llame mierda y diga que a los homenajes hay que asistir llorados—, y el grito de La lucha sigue, Marcelino vive, junto al de Jo-se-fi-na, se oyeron más que nunca.
o – o – o – o – o – o – o
Dos grandes hombres, dos mujeres no menos grandes. Josefina, es algo más, mucho más, que un nombre. Gracias compañeras.
Salud y República
P.D. Desde su Punts de vist, Ángels glosa, con su habitual lucidez, lo que une a Miguel y a Marcelino. Tan lejos y tan cerca.
19 comentarios:
Precioso, Rafa, un paralelismo delicado en los afectos que aprecio en lo que vale. Pero permíteme que te sugiera un matiz. Ni detrás, ni delante: al lado. Ellos y ellas lo entendieron y vivieron así. Porque hay valores invisibles porque así lo quieren los poderosos, pero no las personas que de verdad tienen grandeza... Un abrazo!
Estaba segura que entre esta multitud estabas tú, Rafa, tú y seguramente Lola, otra Gran Mujer.. y muchísimos Compañer@s..
Viendo a Josefina, oyendo sus palabras, escuchando nuestro Himno(parcial :( televisión obliga) directamente lloré..
Josefinas :Dos Grandes, Grandes mujeres, dignas de mi mayor admiración...
Rafa, una vez más preciosos, conmovedores y merecidos Homenajes los tuyos.. todos..
Un beso enorme, en cada pétalo de un clavel, rojo, muy rojo
Rafa,que entrada más emotiva.Los que no sienten emoción son los que no lloran.Los que en su corazón sólo caben las espinas no saben de lágrimas.
Dos hombres y dos mujeres.Dos mujeres y dos hombres al unísono de unos bellos ideales.
Gracias por esta entrada.
Saludos
Qué hermoso homenaje, Rafa, te admiro!
Sólo puedo enviarte un fuerte abrazo; no tengo palabras.
Qué hermoso homenaje, Rafa, te admiro!
Sólo puedo enviarte un fuerte abrazo; no tengo palabras.
Qué bueno, Rafa, siempre sacas un punto de vista hermoso y distinto.
Si, va por ellas!
Salud
Una mujer enorme, una vida generosa y coherente... A mí, en este caso en Barcelona y desde la pantalla del televisor, también se me humedecieron los ojos y sentí mariposas en el corazón. Sólo me cabe un gran sentimiento de solidaridad y agradecimiento a los que antes abrieron el camino y, seguro, sentirme más legitimado y confortado en las luchas cotidianas. Has hecho una entrada tan bella como necesaria. Gracias...
Salud y República
Me ha gustado y llegado tanto este post... Porque he visto a Josefina contar la anécdota en el telediario de la primera y me ha emocionado totalmente esta mujer excepcional. Porque no había pensado en esa curiosa coincidencia. Porque la frase de Marcelino le resume, y nos gustaría que nos resumiera también a nosotros. (Y los intelectuales estrictos que se mueran con su dolor de barriga habitual...)
Yo estuve con Josefina y Marcelino en su casa de Carabanchel, la de toda la vida, hace unos años y salí con el convencimiento de que es una gran y entrañable mujer.
Hoy viéndola con ese jersey de Marcelino me he emocionado.
Salud, República y Socialismo.
No me sorprendes porque te conozco, pero me emocionas.
un abrazo
Preciosa la entrada.
Salud
Estupenda y muy emotiva entrada. Vi a Josefina ayer en el telediario y me emocioné cuando la oí hablar de las últimas palabras de Marcelino.
Bicos
Tratar de ubicarse en aquellos años duros, en los que, además de violentos el machismo consideraba a la mujer menos que una sombra atada al destino de su marido, la fortaleza de estas mujeres debe destacarse como ejemplo del rol fundamental que ambas llevaron en momentos fundamentales de la vida española.
Merecido homenaje del que nos has hecho participar.
Un abrazo.
Genial entrada, me gusta mucho ese lugar dado a la mujer, ya que es lo más coherente con la lucha de esos dos grandes hombres.
Un saludo.
Me alegro, tocayo, de que haya dedicado usted una entrada a dos mujeres en las que ayer pensé mucho por los motivos que todos/as podemos suponer.
Demuestra, Rafael, tener una extraordinaria sensibilidad y un compromiso político que lo honran al haber elegido escribir acerca del paralelismo entre dos deslumbrantes personas, con algo más en común que sus nombres.
Un abrazo.
¡Salud!
Gentes de otra generacion ,curtidas en batallas para conseguir lo que disfrutamos,grande la entrada de hoy,saludos.
A Severino, comentarista que me precede. Grandes mujeres, sí. Pero lo cierto es que la clase trabajadora en este país está fatal. De poco disfrutamos, por no decir de casi nada. Si no nos movilizamos, todavía puede ser peor el panorama.
La llamada transición fue una estafa monumental. No lo olvides.
Saludos revolucionarios.
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