Ayer se
celebró en Rivas la proclamación de la III República Española (que no se asuste
nadie, simbólicamente. Eso sí, con pasión y esperanza). Y se otorgaron los
premios anuales del 14 de abril, organizados por Izquierda Unida, en su sexta edición. Una de las personas
premiadas fue Ascensión Mendieta.
Ascensión
es una mujer con noventa y dos años, dulce, cariñosa, tímida y aparentemente
débil. Y digo aparentemente, porque basta conocer un poco la historia de su
vida, para darse cuenta de que es fuerte, luchadora, tenaz y constante. Se ha
pasado toda su vida buscando los restos de su padre. Luchando contra la
dictadura primero y después contra esta democracia vil, incapaz, después de
cuarenta años, de devolver la dignidad a aquellos que, por el mero hecho de ser
defensores de la República, fueron torturados, asesinados y mal enterrados en
cualquier lugar.
Contra esta
gente insensible a las víctimas republicanas del franquismo, mientras que
alzaba a los altares a las víctimas rebeldes franquistas, ha tenido que luchar
y, con mucho esfuerzo y ayuda de su familia, de algún juez como Garzón, de una
jueza argentina (María Servini), de alguna abogada como Ana Messuti, de la ARMH
(Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica) ha conseguido, antes
de irse para siempre, cumplir su mayor anhelo, poder recuperar los restos de su
padre, el año pasado.
Es un hito
singular, por desgracia. En este país, donde se ha dignificado, como debe ser,
a las víctimas del terrorismo islámico y de ETA, los diversos gobiernos no han
hecho –salvo algún esbozo mínimo en el caso del PSOE, como la ley de la Memoria
Histórica, que sólo ha servido para cambiar algunos nombres franquistas de
calles y poco más—nada para honrar a las
víctimas del genocidio franquista, sin ninguna duda, víctimas del terror como
las otras. Pero claro, los herederos del franquismo, hoy dentro del PP, con el
beneplácito del PSOE, que podría haber hecho mucho más en veintidós años de
gobierno, nunca han estado por la reparación, se siguen considerando
vencedores.
Ascensión
Mendieta no sólo ha tenido que luchar sin que los distintos gobiernos hayan
ayudado en algo, sino que ha tenido que, por desgracia, luchar contra los
obstáculos que, sobre todo los gobiernos peperos, le han ido poniendo, utilizando
el poder del Estado para impedir que pudiera encontrar los restos de su padre.
Ayer fue un
gran día en Rivas. Pudimos homenajear en nombre de todos los republicanos del
Estado a una mujer ejemplar, cuyo principal objetivo vital ha sido recuperar
los restos de su padre, asesinado por el mero hecho de ser rojo. Y podrá, como
dijo ante la jueza Servini, llevarse a su tumba un hueso de su padre. Al honrar
a Asunción, lo hemos hecho por extensión a todas las víctimas de este Estado
insensible, que mantiene cerrada por odio la necesaria reparación.
Hoy España
sigue siendo el segundo país del mundo –se dice pronto--, después de Camboya,
en número de desaparecidos, mientras que este gobierno vengativo, insensible y
despiadado va dejando que las ‘Asunción Mendieta’ que quedan, vayan muriendo
sin conseguir enterrar con dignidad a su gente. Pero se equivocan si piensan
que nos rendiremos, somos muchos, también de generaciones posteriores, los que,
con el espíritu y el ejemplo que hemos aprendido de gente como Asunción,
seguiremos luchando hasta que las víctimas del genocidio franquista consigan:
Verdad, Justicia y Reparación.
Salud y
República
2 comentarios:
¡Muy merecido homenaje!
Salud
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