24 abril 2018

Del amarillo al naranja


No sé si confesarlo. Cualquiera sabe lo que me puede pasar. Seguro que me tienen fichado. No me fío de los ministros del Interior de este país. Entre, el anterior, Jorge Fernández y el ínclito Zoido me quedo con ninguno.

Y es que me gusta el amarillo. Ese color que me recuerda al sol, que me parece lleno de vida, que deslumbra. Y resulta que ahora están prohibiéndolo. Ir de amarillo es ser independentista, lo cual no hace, como lleva haciendo el PP desde hace diez años, sino aumentar el número de independentistas.

Además, creo que desnudar al vestido no es precisamente una obra de misericordia y, sin embargo, estos peperos, ávidos de misticismo cínico, hicieron desnudarse a medio estadio el otro día, con motivo de la final de la Copa, para requisar las camisetas amarillas. Todo un espectáculo digno de un gobierno como éste. Ahora les da por perseguir colores y, claro, hasta ahí podíamos llegar.

¿Qué hago yo ahora? Les confieso que mi ficha jugando al parchís siempre fue la amarilla, que tengo dos polos amarillos y que me gustan unas zapatillas deportivas amarillas. Les ruego que no se lo digan a Zoido y prometo empezar a cambiar. Desde ahora para jugar al parchís utilizaré el azul gaviota, los polos los teñiré y las zapatillas se las regalaré a un primo nacionalista que tengo en Girona. Prometo cambiar y evitar el amarillo.

Nunca diré que me gusta el amarillo. Claro que mi cuestión personal, doliéndome mucho, no es lo más grave. Porque si nos fijamos el mundo está amarilleado, el amarillo es un color predominante y además, por su fuerza, canta enseguida. Como diría mi hija, se nota mogollón. ¿Y Zoido qué hará para combatirlo?

Me pregunto con qué camiseta van a jugar los muchachos del Las Palmas o del Cádiz para que no les desnuden. ¿Qué será de Piolín, Los Simpsons, Winnie de Pooh o Bob Esponja? ¿Se atreverán a cambiarles de color? ¿Prohibirán las exhibición de sus aventuras?

Mi preocupación aumenta cuando pienso en el sol. Al astro rey, siempre representado en amarillo, ¿lo imputarán por independentista? O qué va a pasar con el oro, ¿se atreverán a teñirlo?, Y la bandera española, ¿en qué color convertirán el gualda?

En fin, es lo que tiene este gobierno. La ley mordaza fue la muestra más significativa, y sus actuaciones contra la libertad de expresión son hoy más frecuentes que nunca. Cantantes, escritores, titiriteros y artistas en general están acosados y algunos encarcelados. La censura está volviendo y hasta un color, el amarillo, está siendo perseguido. ¿Se puede ser tan mentecato? Pues sí.

Esta gente no cree en la libertad de expresión. Cualquier crítica que se les haga tratarán de penalizarla. Con sus errores en diez años duplicaron el número de independentistas catalanes, pero ellos son así. Y ahora confunden el amarillo con el independentismo. No atienden a razones y simplifican de tal forma que caen en errores garrafales. El lazo amarillo no nació como emblema independentista sino como reacción para pedir libertad para los presos independentistas, que no es lo mismo. Por ejemplo, yo no soy independentista y, sin embargo, no puedo entender que Oriol, los Jordi y demás políticos estén presos de forma preventiva. De hecho, creo que son presos políticos y defiendo su excarcelación.

Pero lo grave está por venir, ya lo verán. Se oye, se comenta, se rumorea que Ciudadanos quiere convertir en naranja todo lo que es amarillo, y el PP tan contento. Ya lo saben, estamos en un periodo de transición, del amarillo al naranja. El azul ya cotiza a la baja.

Salud y República

1 comentario:

Genín dijo...

Se pasaron 100 pueblos, que manera tan absurda de hacer el ridículo, total ¿Para que?
Salud