En busca del personaje (7). La cultura como terapia

Ya ha llegado de nuevo la búsqueda de los personajes. La última edición, hace quince días. Los personajes eran: Dvorak, Juan Goytisolo, Reyes Católicos, Bernini, Paco Rabal. Y lo acertaron: Freia y Adanero, que se repartieron el pastel.

No sin antes recordar lo de siempre, que si el texto es un pretexto, que las pistas pueden estar cruzadas y tener otro significado que el escrito, que la foto tiene que ver con alguna pista; entramos en el de hoy:

Silveria había nacido en Barcelona. Hija de un pintor informalista catalán y de una americana de Ohio  que se había dedicado al estudio del Budismo Zen.  Su marido había conseguido una biblioteca donde tenía sus autores más queridos. Así, en poesía: Joan Brossa; en filosofía: Nietzsche y en novela Dostoyevski. Como temática llevaba años coleccionando todo lo que caía en sus manos sobre la Guerra de Cuba y el desastre del Annual.

Ella era vegetariana y a pesar de ser agnóstica tenía en el cabecero de la cama una copia de la Sagrada Familia de Zurbarán. Supersticiosa, no podía evitar el disgusto si en su camino se encontraba con un gato negro o con un espejo roto.

Su padre había tenido que asilarse en Estados Unidos, después de ser detenido en la posguerra. Dos policías en un tranvía le pidieron la documentación que no tenía. Después pudo escapar y marchó al exilio. Allí practicó el culturismo, para recuperarse de un episodio de tuberculosis.

Silveria era catalanista pero decía que la cultura era internacional. Había estudiado en Navarra, en el IESE. Toda su pasión era escribir, soñaba con el Nobel. Al ser bilingüe escribía guiones para Hollywood, que no siempre se los aceptaban. Tenía en preparación dos novelas, El diamante de color y Dinero en la plaza, que esperaba le publicaran...

Espero que no haya acusaciones de que es difícil. Como soy un blando he decidido ponerlo facilito. Y la pelota está en el tejado. ¿Quién será el primero que la atrape?

Salud y Répública