La literatura como terapia de la política (LIV)

Esta semana toca fragmento literario. El último, hace quince días, era de la novela La romana de Moravia. Lo adivinó D. Fritus, entre una amenizada tarde-noche-mañana de domingo y lunes llena de comentarios de todo tipo. Ya saben ustedes, además del Conde de Romanones quien diría aquello de ¡Vaya tropa! si les hubiera leído.

Dejemos a Moravia con La romana, magnífica novela que glorifica al autor italiano, y pasemos al fragmento de esta semana:

¡Qué maravilla! ¡Qué bruñida armonía reluciente! Consistía en un soberbio colmillo de elefante de unos noventa centímetros de longitud, tan arduo de obtener entonces para los mercaderes, como el oro y las perlas. Elegantemente arqueado, pulido por medio de la cola de un pez llamado "ángel de mar", había incorporado ya a su relieve la figura de Cristo y los Apóstoles, pero la ancha guarnición, en el contorno de la extremidad del cuerno fragoroso, estaba enriqueciéndose con el incrustado lujo de los topacios, las perlas, los zafiros y los rubíes. Tal vez se ostentaba el Olifante, olifán, oliphant u olifant, pues todas esas variantes le pertenecen, predestinado a la celebridad eterna. Fulgía sobre la mesa improvisada, y de inmediato presentí que mi inmediata fortuna o desdicha sería indivisible del bello cuerno de ivorio que ornamentaban en el palacio de Aquisgrán.

Pues nada, todo queda dicho y dispuesto para que hagan gala de su sabiduría. Acierten, acierten...

Salud y República