La literatura como terapia de la política (LXV)

De nuevo llega un domingo de terapia literaria. Y aquí estamos. La última terapia celebrada hace dos semanas trataba de un fragmento de Extraños en un tren de Patricia Highsmith. Acertó una fiel seguidora, como es mi condesa preferida, Freia.

Highsmith fue una novelista americana a la que se le puede considerar la maga del suspense. Escribe novela negra pero con una dosis de tensión e intriga importante, donde los personajes tienen problemas psicopáticos. Fue una gran lectora, empezó a leer a los cinco años. A los ocho ya leía libros y novelas de adultos. Empezó a escribir novelas a los dieciséis años. Su obra más conocida es Extraños en un tren, debido a que Hitchcock la llevó al cine con gran éxito. Otras de sus novelas más famosas son las que tienen a Mr. Ripley de protagonista.

Y ahora vamos al fragmento de hoy:

Si al principio fue un adelanto que llenó de orgullo a todas las legiones, poco a poco se convirtieron en un estorbo. ¿Cómo transportar ingenios tan descomunales por desfiladeros que no permitían el paso de un hombre? ¿De qué iban a servir las catapultas, si de repente nos atacaban por sorpresa los arqueros partos, que tienen fama de ser los mejores de Asia? Fue necesario formar dos ejércitos distintos: en uno iban los hombres, en el otro las máquinas. Cuando coincidían, ya era demasiado tarde. Habíamos sufrido una emboscada en una cañada muy angosta, de esas que si se sitúan los arqueros en lo más alto pueden enviar sus flechas como si fuese una lluvia. Y cuando no era una garganta era un llano en el que nos habíamos detenido para descansar la fatiga de tanto subir y bajar riscos.

Pues, señoras y señores se ha abierto la veda. Pueden jugar y acertar ¿De quién se trata? ¿Qué obra es?

Salud y República