27 noviembre 2018

La familia es la familia: Juan Carlos y el príncipe Bin Salman


Es lo menos. Hay que defender a la familia hasta las últimas consecuencias. Y así lo hace el rey emérito. Sin pudor y con amorosas intenciones elige sus destinos con verdadera precisión.

En su momento, cuando estaban en el candelero las grabaciones de su ex amante Corina, se escondió como un conejo y no salió de Zarzuela durante unos días. Sin embargo, no ha podido resistir la atracción de ir a una prueba de Formula I, donde, de paso, ha podido saludar a uno de los suyos, un sobrino postizo pero tan real como él y tan querido como si fuera carnal. Lo mismo que nunca ha renunciado a sus raíces franquistas, Juan Carlos, siempre ha mantenido entre besos y abrazos, que el rey de Arabia Saudí era un hermano –tiene otro, el rey de Marruecos--, por lo que el príncipe que según la CIA y todas las instituciones y medios que han hablado del caso, mandó asesinar al periodista Jashoggi, es su sobrino virtual.

A pesar de la opinión del gobierno y de la Casa Real, de la puesta de perfil de Ciudadanos y del PP, estoy convencido de que el rey emérito buscó la ocasión para saludar a su pseudo sobrino. Ese que le ha dado tanto. Y el príncipe, lógicamente, encontró la ocasión para tratar de blanquear su acusación por asesinato con una foto que se ha difundido y comentado en medio mundo. ¿Cómo iba el bueno de Juan Carlos a saludar a un presunto asesino? Ese hombre que salvó a España de Franco (otro de sus familiares) y de un golpe de Estado. El hombre que se sacrificó por su país, aceptando una corona regalada por el gran genocida español del siglo XX, al que siempre defendió. Y el príncipe tan contento, y el ex rey tan familiar.

Y es que la familia es muy querida para Juan Carlos, muy querida (quizá su mujer y su nuera sean la excepción). Ya dicen que trató de intervenir para evitar la prisión de Urdangarín y que consiguió que su querida hija saliera inocente en un juicio donde la pobre no sabía nada, ni de lo que firmaba. Ahora toca no olvidar a la familia postiza, esa que le ha proporcionado grandes dividendos, comisiones y otras pequeñas zarandajas que le han hecho millonario.

Es lo que tiene tener un espíritu familiar grande y reflejar un amor a lo ‘Tony Soprano’, para darse cuenta de la importancia de la institución familiar y de que hay que defender como sea a una persona cuando se trata de ‘Uno de los nuestros’, aunque sean postizos, sobre todo si te han multiplicado tu fortuna exponencialmente.

Eso sí, todo supuestamente, puesto que como todo el mundo sabe, la inviolabilidad que la Constitución otorga al Jefe del Estado es total, pudiendo hacer de su capa un sayo, y volverse multimillonario de la noche a la mañana, o saludar con cariño a un supuesto dictador asesino, sin que tenga que dar ninguna explicación, y sin tener que enfrentarse a ninguna acusación.

Tampoco se le juzgue ni se le pueda interrogar en el Congreso, cuando ha dejado de ser Jefe de Estado, gracias a los partidos monárquicos como son el PP, Ciudadanos y el PSOE –por mucho que le duela, lo demuestra apoyando al monarca en todas las situaciones difíciles por las que atraviesa--.

Y es que matar elefantes, mantener alguna ‘querida’ que otra, hacerse muy rico sin saber cómo, abrazarse con monarcas criminales y otras pequeñeces –todas mantenidas con honorarios públicos, o sea pagadas por nosotros— son pequeñas cuestiones. Son, además de exageraciones cuando no mentiras, minucias, bagatelas comparadas con todo lo que ha hecho por los españoles y por la marca España. Con todo lo que se ha sacrificado por su patria, aunque la verdad no sé si su patria es Suiza o España. No me extraña que al gran político de la última hornada: Pablo Casado, se le llenen los ojos de lágrimas mientras exclama con energía y patrioterismo su ¡Viva el Rey!

Salud y República

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