Nunca nada se pudo hacer peor. Tenían prisa por apoyar al PP
y no querían que un principiante como Sánchez les fastidiara la jugada. Ya
habían anunciado que había que dejar que gobernara el PP.
Y lo han hecho de la forma más dañina y desfavorable para su
partido. Se lo han cargado y dividido, cuando podían haber esperado a un
Congreso, donde votaran los militantes. Pero eso era peligroso. Susana y sus
muchachos no podían permitir que Sánchez mantuviera el poder y, para evitarlo, no
han dudado en cargarse el partido.
La responsabilidad de la situación actual es de quien
decidió, a tres días de una reunión definitiva, dimitir para que no votaran los
militantes, dimitir para que Rajoy tuviera la alfombra roja puesta en su
investidura. No hay otras razones. No se puede entender nada más. Si la
cuestión hubiera sido que Sánchez es un perdedor de elecciones, por qué esperar
ni un día después de las últimas elecciones. Nadie pidió su cabeza hasta que Sánchez
se empeñó en mantener lo que había ordenado el Comité Federal: el NO a Rajoy.
Nada hubiera ocurrido, ninguno del sector susanista hubiera
llamado perdedor a Sánchez si éste hubiera cedido a las presiones y hubiera
decidido abstenerse para que gobernase Rajoy, Susana ya había decidido que
Sánchez no podía interponerse en sus planes. Su ambición apoyada por varios
barones y personajes socialistas del pasado –que Sánchez estuviera en la
oposición, para entrar ella a dirigir el partido--, estaba por encima de
cualquier cosa. Los mindundis como Sánchez, que no se someten al poder oficioso
de los rebeldes, debían ser castigados.
Bien, todo por la patria, que todavía dicen algunos de
ellos. Y la situación ya se sabe cuál es, después de la rebelión de los diecisiete.
No hay nada que hacer sino servir al amo Rajoy. Todo menos intentar un gobierno
progresista. El PP y Ciudadanos están descojonándose con la operación, mientras
el PSOE se desmorona.
Han perdido hasta la posibilidad de pedir contraprestaciones
a esa abstención. Hoy, con el partido hundido, es el PP quien pide a cambio
algo más. No se va a conformar (como han dicho algunos de sus miembros, aunque
Rajoy lo haya negado) con tener sólo la presidencia. Ya están hablando de no
mover un dedo de la gestión de la última legislatura y además pretenden que el
PSOE apoye sus presupuestos. Y el PSOE sabe que de no hacerlo y haber
elecciones generales en diciembre, el resultado les puede dejar totalmente
fuera de juego.
Susana y sus muchachos han conseguido lo que parecía
imposible: El gobierno del PP a costa de destrozar su propio partido. Ya no
sólo no podrán pedir nada a cambio de su apoyo a la investidura, como derogar
alguna de las leyes que tanto daño han hecho a los ciudadanos (ley Wert, ley
Mordaza, Reforma laboral), sino que además tendrán que decir “si-bwuana” a lo
que les pida el PP para evitar que les conduzca a unas terceras elecciones en
las que podrían despeñarse del todo.
Imagínense unas elecciones en diciembre con Susana al frente
y con un resultado desastroso, eso no lo va a permitir el cerebro de esta
operación. Ella quiere el poder en el PSOE a cualquier precio y que gobierne el
PP, y mientras tanto tratará de reanimar al PSOE para ser ella la próxima
candidata en unas futuras elecciones.
Nunca una operación desde dentro de un partido ha sido tan
dañina. En vez de haber actuado de forma democrática han preferido una asonada
que ha coronado a Rajoy, a cambio de dejar a Sánchez fuera de juego. Lo que se
dice una traición en toda regla.
Sin duda, ha sido una voladura calculada del partido, y una
pérdida irreparable para la izquierda de este país, que ve con estupor cómo el
PP se afianzará, con más fuerza en el poder. Eso sí, es posible que Susana
pueda hacerse con las riendas de un partido destrozado, diezmado y residual.
Salud y República
2 comentarios:
Yo lo que veo es que Rajoy es un suertudo...
¿O es algo mas que suerte?
Pues si que estamos jodidos... :(
Salud
Prisa???? Jaajjjaajjojojoijjjhaaa
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