Cuando menos lo esperas, se hace de noche y aparece una
estrella nueva. Su resplandor nos alumbra el camino, un camino forjado durante
muchos años con hoz y martillo, golpe a golpe, sin desmayo, con fortaleza. Y
ahí está Antonio, desde hace apenas unas horas, con luz propia marcándonos la
senda que sabiamente nos trazó. Marcando su propio final con precisión y
valentía.
Antonio era amigo de mis amigos, los Pekos, y como tal lo
conocí. Seguí, desde este mundo virtual sus escritos y sus libros. Escribo con
los ojos húmedos, recordando a este pequeño gran hombre. Sencillo, humilde y
sin embargo tan necesario para su gente.
Fue profesor de filosofía y disfrutó haciendo su trabajo.
Durante toda su vida defendió coherentemente sus ideas, ideas siempre
solidarias con los más débiles. Y cuando se jubiló decidió combatir
directamente en un campo de batalla que le era adverso.
He coincidido con Antonio en tres o cuatro actos en Madrid y
sobre todo pude gozar de su compañía cuando celebró su tercer año delante del
portal de la Consejera de Educación en Zaragoza. Y allí pude ver cómo la policía, en un acto ridículo,
tomó nota de los treinta que estábamos para luego citarnos judicialmente. Por
el mero hecho de acompañar a Antonio, de solidarizarnos con él, ante una
protesta justificada: los recortes en la Educación.
Hoy, Antonio, ha decidido bajarse de este mundo. Lo explica
muy bien –como siempre ha hecho con todo— en su último artículo. Sólo su libertad
le hizo pensar que era el momento justo. Ni más ni menos. Encontró que la vida
era también morir, y que morir en el momento adecuado era lo que quería hacer.
Fue un gran defensor del Laicismo, presidió la asociación
MUHEL de Aragón durante años. Se enfrentó, siempre de forma pacífica pero con
energía, con el alcalde socialista de Zaragoza, Bellocq, que como bien se sabe,
defendió, mientras duró su reinado, algo cercano al nacional-catolicismo.
Siempre, activista total, se enfrentó con el poder, pero hoy
ha decidido decir basta. Estaba en su derecho aunque me joda enormemente. Ha
llevado la coherencia hasta el último momento. Hoy ya forma parte del
firmamento, y es una estrella que sin duda brillará eternamente, mientras que
sus amigos y conocidos nos acordemos de él, de su lucha, de su vida.
Después de haberle conocido, de haberle leído y escuchado no
puedo por menos que decir que su influencia me ha abrazado, que sus
sentimientos y pensamientos son también los míos.
Parece que cuando alguien se va, los elogios surgen de todas
partes. Por eso, no quiero excederme en ensalzarle, a él no le hubiera gustado. Con los ojos húmedos, su
acto me ha provocado una gran contradicción –él diría hegeliana--, por un lado,
siento que ha vencido a la vida, que la ha dominado, que la ha dejado cuando ha
querido, que ha cabalgado en su coherencia hasta el final, pero, por otro lado,
tengo el dolor de esa ausencia que me provoca pensar que no podré leer más sus
sabios escritos, que no le podré acompañar más en sus charlas. Y eso me hace
decir, con rabia: ¡¡MIERDA!!
Siempre en mi recuerdo, compañero del alma.
5 comentarios:
Q.E.P.D aunque no le conocia...
Salud
Los Pekos, los 17, te agradecemos el precioso artículo que dedicas a tu amigo, a nuestro amigo Antonio Aramayona Alonso, .....esta noche me levanté a la ventana para verle andar entre las estrellas, a él el más rutilante pero estaba nublado y no le ví, me le tuve que imaginar. Luego te llamo, Rafa y desde hoy, si es posible, te quiero más. Salud . 17 Pekos.
A todos los que conocimos a Antonio Aramayona nos ha dejado una impronta en el alma.
Su coherencia, su perseverancia en sus luchas, ser auténtico...
Mierda! ya no está. Pero él se fue libre, como libre vivió.
Gracias por tu entrada Rafa.
un abrazo,
Marta
Antonio fue mi maestro y mi amigo. Gracias por este artículo, suscribo cada una de tus palabras. Gracias por ser capaz de escribirlas. Un abrazo.
Te acompaño en el sentimiento Rafa.
Te ha salido un escrito precioso que a él (que yo no conocí) seguro que le hubiera encantado.
Besos
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