24 julio 2016

Arabia Saudí: miembro “ejemplar” del Consejo de DD.HH. de la ONU

La política internacional tiene unos apaños tan vergonzosos que parece mentira que se mantengan. El caso de Arabia Saudí sería inconcebible si no fuera porque sabemos que la política internacional está dominada por intereses mercantilistas, la ideología neoliberal y la adhesión inquebrantable a las grandes potencias.

Arabia Saudita ingresó hace dos años en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con el apoyo de EE.UU. y de otras grandes potencias. Todo ello a pesar de ser uno de los países cuyos constantes incumplimientos en ese campo son de primera magnitud.

Nuestros gobiernos, cualquiera que haya sido su signo, así como la Casa Real española, han mantenido unas relaciones más que amigables (en el caso de los monarcas se consideran familia) con la monarquía sátrapa que dirige los destinos en ese país árabe.

Difícil explicación cuando se trata de una monarquía absolutista, con un gobierno compuesto, exclusivamente con ministros que son miembros de la familia Saud. El poder sólo está limitado por la ley islámica (Sharia) y por el Corán. La corriente religiosa que impulsa su política es el wahabismo, la mismo que inspira la ideología del Estado Islámico. Y es el único país árabe en el que jamás se han celebrado elecciones, y donde están prohibidos los partidos políticos.

Aún hay más. Este país lidera una coalición militar contra Yemen en la que se han causado miles de muertos de civiles (gran parte mujeres y niños) y ha utilizado bombas racimo, prohibidas por la comunidad internacional. Además ha estado vendiendo armas al Estado Islámico en su guerra contra Siria.

Es un país ejemplo de lucha contra sus propios compatriotas disidentes, a los que encarcela, tortura, expulsa o condena a muerte. Por cierto, una pena de muerte que se cumple muy a menudo y que utiliza entre otras formas de acabar con la vida, la decapitación, la lapidación o la crucifixión.

Sus mujeres sufren un estatus especial por el que deben someterse totalmente a su marido o a sus hijos, si son mayores de edad, bajo la amenaza del repudio o de sentencias crueles.

Las penas contra los delincuentes son atroces y desproporcionadas. Por ejemplo, a un ladrón se le puede castigar con la amputación de un brazo.

Mientras que todo esto ocurre, muestro ex rey Juan Carlos se consideraba hermano del soberano saudita, al que le daba abrazos y besos como modo de salutación. Y, nuestros queridos gobernantes estrechan lazos de amistad con uno de los países más crueles del mundo.

Hoy, Arabia Saudita es el primer cliente español en material de defensa. Nos compra el 26% de todo el material que exportamos. A cambio, compramos una parte importante del petróleo que consumimos. Se negocia petróleo por armas y silencio. El valor del petróleo se paga con sangre, todo consentido por los diversos gobiernos españoles. Esos que no se cansan en denostar a Cuba o a Venezuela, por sus incumplimientos en el campo de los DD.HH. y que se olvidan, voluntariamente, de China o de la misma Arabia Saudí.

Es inconcebible, además de lamentable y vergonzoso, que este país pertenezca al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, puesto que le sirve para defenderse de sus ignominias y para conseguir perpetuar sus atrocidades.

Su pasividad, defensa y apoyo a este país hace que nuestros gobiernos y la Casa Real sean corresponsables de sus barbaridades y crímenes, y demuestran la insensibilidad y la hipocresía de nuestros gobernantes que, sin el menor pudor, venden sangre a cambio de oro negro, sin importarles las consecuencias.

Salud y República

Amnistía Internacional tiene en marcha una campaña de recogida de firmas para que se expulse a Arabia Saudita del Consejo de DD.HH. de la ONU, si lo ves conveniente, firma. Pincha en este enlace.

1 comentario:

Genín dijo...

Bueno, ya sabes tu de sobra que lo único que importa es la pasta... :(
Salud