Presas de Franco

Hay algo que nunca nos podrán quitar: la memoria. Recordar es rendir homenaje a los que no están. Nuestra memoria ha de ser el arma acusadora de aquellos que hoy todavía niegan la evidencia y entienden que el franquismo no es reprobable y, yendo más lejos, pretenden hacer de él un modelo de sociedad y lo mencionan como una época necesaria y justa. Nuestra memoria ha de cumplir una misión de difusión de nuestra historia. No nos callarán.

No se puede sentir sino hambre de justicia ante tanto atropello. Hoy la Iglesia Católica y el Partido Popular forman un frente unido y tratan de justificar un periodo negro de nuestra historia en el que sólo ellos fueron beneficiados, a costa de los vencidos; en el que se aplicó la victoria con odio y venganza y no se conoció la paz.

La FIM (Fundación de Investigaciones Marxistas) ha organizado una exposición con el título: Las Presas de Franco. Esta exposición estará en Rivas-Vaciamadrid, centro cultural Federico García Lorca, hasta el 13 de enero. Otra vez Rivas vuelve a ser ejemplo de la Memoria Histórica. Gracias Aynhat. Después recorrerá diversas ciudades durante este año.

Ayer me acerqué a visitarla. Mucho es el material que en fotos, fotomontajes y publirreportajes se expone, además del pase de varios documentales de la época. Y qué decir de las presas de Franco. Mujeres que soportaron con dignidad la cárcel, a la que les llevó su único delito: haber defendido el orden constitucional republicano contra las hordas rebeldes franquistas.

Fueron castigadas físicamente. Sufrieron humillaciones constantes y muchas de ellas fueron asesinadas. No quiero decir nada más, que hable la historia. Estos fragmentos que siguen, pertenecen a un artículo escrito por un tal José Vicente Puente en el periódico Arriba y refleja perfectamente el espíritu de venganza y odio del bando franquista hacia las mujeres rojas:

El rencor de las mujeres feas

Con la noticia de tanto martirio, Madrid, como todo lo que fue la España “Roja” –negación de Patria— nos ha mostrado una fauna que llevábamos entre nosotros… sin que su pestilencia transcendiese…

…odiaban a las que ellas llamaban señoritas, pero en su interior comprendían que nunca serían señoritas… Tomaban el té cuando les dolía el vientre y preferían bocadillos de sardinas y pimientos a chocolate con bizcochos.

…un día el espejo les enseñó que nada podían esperar de sus encantos.

…Eran feas. Bajas, patizambas, sin el refugio de la religión… …el dieciocho de julio encendió en ellas un afán de venganza… …quisieron calmar su ira en el destrozo de las que eran hermosas y delataron a los hombres que nunca las habían mirado… Y Dios las castigó a no encontrar consuelo en su rencor.

Difícil es comprender tanto odio. Pero aún lo es más que haya hoy gente que se niegue a condenar estos hechos. Después de setenta años, muchos obispos y dirigentes del partido popular siguen pensando que ellos son los vencedores. Ni más ni menos.

Si tenéis tiempo y queréis ver a algunas de las presas contando su vida carcelaria aquí os dejo este magnífico documental




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