Aunque no lo reconozcan, porque no les interesa, el espíritu
del 15-M está vivo. Ayer se cumplieron cinco años del principio de este
movimiento. Un movimiento que según la derecha y muchos medios de comunicación
conservadores ha fracasado. Según ellos, lo que ha surgido de ese movimiento y
ha alcanzado las instituciones están cometiendo los mismos errores que los
viejos partidos.
¡Craso error! Sólo se puede decir eso de forma muy
interesada y preocupada por la situación surgida. Es verdad que no ha habido,
todavía, un cambio radical. Es cierto que no es tan fácil como se podía pensar
el cambio pretendido. Pero, ¿alguien puede mantener que todo sigue igual, sin
que se le caiga la cara por mentir?
Es cierto que el camino es largo, seguramente muchos
hubiéramos preferido que los cambios se realizaran más rápido, pero eso no
quita lo evidente. Hoy no es ayer, y el 15-M tiene mucho que ver en ello.
El 15-M fue una eclosión de rabia y de desafección a una
forma de hacer política que no respondía a la sociedad y fue capaz de que
emergiera una explosión de ilusión por un nuevo tiempo que habría de nacer.
Los antecedentes de ese episodio fueron varios, desde la
guerra de Irak, que concentró una de las mayores oposiciones conocidas al gobierno
del PP, por su intervención, o también el Nunca Mais del Prestige que convocó
una marea de solidaridad contra la injusticia y la impericia de un gobierno
incapaz de gestionar una crisis ecológica gravísima con consecuencias muy
serias.
Y también las formas de comportarse de ese bipartidismo que
tanto daño ha hecho a este país, como los privilegios de la clase política
dominante, la utilización de las puertas giratorias, la represión indigna ante
las manifestaciones contra los poderosos. Todo ellos en un momento crucial,
cuando la crisis estaba en pleno apogeo y se veía la incapacidad de nuestros
gobernantes para atajarla o al menos para no cargarla en la cuenta de los más
débiles.
Hoy ese bipartidismo desastroso y dañino ha pasado del 80%
al 50% de votos. Queda todavía mucho por andar, pero no reconocer que ese
cambio se debe a la lucha pacífica que generó una ilusión ese 15-M famoso es no
hacer honor a la verdad.
Allí estuvieron, miles, cientos de miles de personas que se
organizaron y manifestaron en plazas de toda España, teniendo el epicentro en
la Puerta del Sol de Madrid. Allí muchos, entre otros: Pablo Iglesias o Alberto
Garzón, formaron parte activa de ese acontecimiento que inició un cambio
cualitativo que puede amplificarse en las próximas elecciones del 26-J.
Es verdad que no ha sido fácil entrar en las instituciones,
pero hoy es ya un hecho irreversible y esa nueva generación de políticos del
cambio no son todo el 15-M, pero sin el 15-M no hubiera sido posible pensar en
un cambio real.
Unidos Podemos no
es el 15-M, el 15-M es más, bastante más, pero es una parte del mismo que puede
conseguir un cambio político real, y que puede imprimir una ilusión que lleve a
que sea la avanzadilla de esa nueva política, a la que se puedan unir todos los
demás componentes del 15-M. Por eso las fuerzas de la reacción han encontrado a
su enemigo. Temen que unidos todos podamos poner en marcha ese nuevo tiempo que
se necesita. Y esto puede empezar pronto, el 26-J, que no se nos olvide.
Salud y República
2 comentarios:
Subí de Córdoba a disfrutarlo in situ, ¡una maravilla!
Pues a mi me sigue oliendo a chamusquina, no lo puedo evitar, claro que yo estoy muy unido a la problemática venezolana y eso influye, no lo puedo negar...
Salud
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