Mañana, 20 de noviembre, se cumplirán cuarenta años de la muerte de uno de los dictadores más sanguinarios del siglo XX: Francisco Franco. Y hoy, a pesar de estar reconocidos sus crímenes, de habérsele acusado de genocidio, todavía hay muchos que le homenajean como a un héroe.
Y todo ello, sin que pase nada, sin que se les caiga la cara de vergüenza, sin que cumplan la ley de la Memoria Histórica, sin que ayuden a recuperan restos de las cunetas, sin que se pida la devolución de subvenciones dadas a la Fundación Francisco Franco, y continuando con el enaltecimiento del Valle de los Caídos, el monumento más significativo del régimen, donde murieron cientos de presos políticos, obligados a trabajar de sol a sol, para construir el mausoleo de su verdugo, y hoy, enterrados en el mismo lugar para su deshonra y desvergüenza.
Y es que no sólo no hacen nada y tratan de pasar página con las heridas abiertas, es que además mienten, se ríen y niegan que Franco fuera lo que fue: un genocida. Alardean de su impunidad.
No me estoy refiriendo a grupos minúsculos como pueden ser los de la extrema derecha, que en sus principios atentan contra el Estado de Derecho. También practican este negacionismo y desprecian a las víctimas muchos miembros del partido mayoritario, el Partido Popular, ese partido que dice defender tanto el Estado de Derecho, que tanto hace por las víctimas de ETA y que sin embargo olvida y niega a las de Franco. A ellos se une también ese partido emergente de gente guapa y altiva como es Ciudadanos.
Ahí quedan los frecuentes alaridos de “Arriba España” pronunciados por peperos con cargos públicos o el negacionismo del genocidio franquista por parte de parlamentarios peperos (el senador Peñarrubia o el diputado Gómez de la Serna, entre otros) que, sin vergüenza ni pudor, dicen que no hay más fosas y que la constante reivindicación de las ayudas se asemeja al día de la marmota. Por no hablar de las vilezas de Pablo Casado o de Rafael Hernando cuando han mencionado a las víctimas franquistas.
Pero también son preocupantes los pronunciamientos de los chicos y chicas de Rivera, cuyo único afán en el tema de la Memoria Histórica es pasar página. Estos muchachos tan educados, de buena familia, de aspecto envidiable, lavados con Ariel, tienen algo en común y es la insensibilidad que demuestran ante lo que ha sido el gran fracaso de esta democracia: Devolver la dignidad a los demócratas que fueron asesinados por un gobierno golpista, canalla y genocida.
Y Rivera y su gente lo ha demostrado donde se ha presentado el problema. Por ejemplo, despreciando la ley de la Memoria Histórica, o decidiendo en Calatayud no apoyar una moción para quitar la medalla de oro del municipio a Franco , con aquello de que no se quieren abrir heridas, de que hubo un acuerdo en la Transición para empezar desde cero. Eso sí, dejando en la cuneta a decenas de miles de desaparecidos. Así respira este “nuevo” partido.
El otro gran apoyo que le viene al enmascarado franquismo actual es el de la Iglesia Católica, que como sabemos fue arte y parte fundamental en la lucha contra la República, instalándose en el poder junto a su caudillo dictador –de donde sacó jugosos beneficios-- para formar el tristemente famoso, arbitrario, injusto y antidemócrata régimen Nacional-católico.
La Fundación Francisco Franco ha difundido al menos 16 misas y ofrendas que estos días se celebrarán “en honor” del sanguinario dictador. Para culminar con una cena en honor del genocida en Madrid el próximo día 3.
La dictadura franquista es sinónimo de terrorismo contra su pueblo. La democracia debe tener también unos límites y no es posible que se pueda acoger a ella los que la lincharon, patearon, destrozaron y torturaron y mataron violentamente a quienes la defendían.
Al igual que en Alemania ocurre con el nacional-socialismo, en España se debería prohibir una ideología totalitaria que trata de cargarse la democracia como ya lo hizo una vez. Algo que costó decenas de miles de muertos, refugiados y torturados.
Sin embargo, en España, en la ideología de muchos, en las calles y monumentos, en los actos religiosos y civiles que se celebran, el asesino Franco sigue vivo, para desprecio y oprobio de las víctimas franquistas. Pero no habrá paz hasta que se devuelva la dignidad a esas víctimas. No hay otra forma, más que nunca, es necesario: Memoria, Verdad, Justicia y Reparación. De lo contrario esta democracia seguirá coja.
Salud y República
1 comentario:
Anda que los otros no fueron mancos que digamos, yo tengo fusilados de los dos bandos y todos ellos fueron enterrados en su dia, desde luego que tengo pasada página, pero si los tuviera por enterrar decentemente, no pararía de pedir justicia...
Salud
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