Finalmente. Afortunadamente. Acaba una legislatura lamentable que nos ha llevado a una situación tremenda. Empezamos mal en 2011 y terminamos hechos polvo. Cuatro años que han parecido la eternidad y donde la España que empezó no se parece en nada a la que es hoy.
No descubrimos nada si decimos que una de las más grandes virtudes que ha mantenido durante los cuatro años el presidente del gobierno, su equipo y su partido, ha sido mentir miserablemente. Sí, miserablemente, porque no ha sido de forma involuntaria sino intencionada. Con la intención de engañar al personal, hasta tal punto que en muchas ocasiones se ha recibido como una constante tomadura de pelo.
Todas las promesas económicas, prácticamente, se han incumplido. Se ha destrozado el Estado del Bienestar, a pesar de las promesas de no hacer recortes, sufriendo la Sanidad, la Enseñanza y la Dependencia graves deterioros. Todo ello provocado por un seguimiento mamporrero a los designios de la Troika.
Mientras se hundía a la gran mayoría del personal en un hoyo profundo, se ha rescatado a una parte importante del sistema financiero, habiendo provocado una deuda de más de 100.000 millones de euros, que nos hipoteca por unos cuantos años.
Y todo ellos incumpliendo año tras año, los déficits que Merkel y sus muchachos nos ha impuesto y acumulando una deuda inconmensurable (el 98% del PIB, cuando en 2011 era del 70%) que representa 30.000 millones más en esta legislatura. Imponiéndonos un austericidio total, con una reforma laboral que no ha bajado el paro y, sin embargo, ha incentivado la precariedad y los sueldos más bajos, que ha echado fuera de nuestras fronteras a decenas de miles de jóvenes. Y todo ello, además, habiéndose comido 30.000 millones de euros de la hucha de las pensiones, que ha quedado tiritando.
Han efectuado una amnistía fiscal, perdonando a los ricos lo que han esquilmado a los pobres –al mismo tiempo que ha aumentado el fraude fiscal del 20 al 24%--, han hecho crecer la desigualdad hasta límites inaguantables y han permitido que aquellos “privilegiados” que consiguen un empleo, también se hayan convertido en pobres y no lleguen a la autosuficiencia con su sueldo.
Para colmo, han terminado con la gran mentira: La aprobación de unos presupuestos (que no les correspondían) manipulados con un fin electoralista que hipoteca la acción política del gobierno que vendrá después del 20-D. Unos presupuestos que son papel mojado, donde todos los partidos y también la Unión Europea los han criticado por contener falsedades que habrá que corregir (según la UE hay que recortar 10.000 millones más, para llegar al déficit a finales de 2016).
Pero, por desgracia, no sólo ha sido una legislatura nefasta en los temas económicos, también en las cuestiones sociales, institucionales y políticas, en general, hemos tenido un retroceso de veinte años.
Han utilizado las instituciones con fines partidistas. Se han cargado a menudo la separación de poderes, han demostrado una falta de sensibilidad con los más vulnerables. Como ejemplo sirva decir que se han cargado la ley de la Justicia Universal para complacer a China, que han instituido de facto la cadena perpetua, que han ninguneado la ley de la Memoria Histórica, que han sacado en solitario leyes tan importantes como la OMCE, con el resto del parlamento y la sociedad en contra, que han mantenido unos CIES en situación vergonzosa, que han colocado concertinas y efectuado devoluciones en caliente, todo ello dando gracias a dios y homenajeando a vírgenes y santos.
Han abierto un gran agujero, con ayuda de su amigo Mas, en Cataluña, habiendo aplicado una dureza extrema sin ninguna interlocución, que ha desembocado en un aumento del deseo independentista hasta dividir a la sociedad catalana. Una herencia difícil de arreglar para cualquier gobierno que salga de las próximas elecciones.
Y mientras se han ido descubriendo casos de grave corrupción del partido del gobierno (Gürtel, Púnica, Comunidad Valenciana), con personajes de primer nivel implicados, el presidente del gobierno y sus muchachos se han escondido. Apenas han intervenido en el Parlamento –sólo cuando se han visto obligados. El primer año eliminaron el debate obligatorio de “El estado de la Nación”—, tampoco lo han hecho con la prensa –la intervención en plasma del presidente Rajoy y otras donde no se admitían preguntas de los periodistas han creado una sensación de actuación monologuista de este gobierno—. Y todo ello, pasando constantemente la apisonadora, construyendo una coraza que les ha aislado y que ha hecho que hoy se encuentren solos, más solos que nunca.
En definitiva han confundido, de forma consciente y voluntaria, la mayoría absoluta con el absolutismo, el diálogo político con la imposición, la corrección parlamentaria con el despotismo.
En fin, termina una legislatura –la que más daño ha hecho a los ciudadanos de este país— amarga y penosa que, afortunadamente no creo que pueda volver a repetirse, aunque el daño infligido será muy difícil de restañar. Hay que poner toda la carne en el asador para que el PP y su gente no vuelva a gobernar, ni tan siquiera en coalición, porque de ser así, podrían acabar con lo poco que nos han dejado. Sin duda, habría que pensar en exilarse.
Salud y República
2 comentarios:
Ahora quedan las consecuencias.
Muy pronto sabremos que % de españoles les gusta que se la metan doblada, con todo respeto, claro...
Salud
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