El camaleón valenciano

Cuando un personaje es público conviene saber todo lo relacionado con su profesión y su trayectoria histórica. Dejando al margen las cuestiones personales, que no deberían interesar, sí que conviene saber el currículo del personaje para poder hacernos una idea de con quién estamos tratando, o simplemente quién es quien.

Si esto ocurre o debe ocurrir en todos los casos, en el caso de los políticos es algo, así lo pienso yo, muy importante, pues la confianza, la lealtad, la pasión, la coherencia y tantas otras cosas de su historia son esenciales para conocer al personaje y así, podrá disfrutar de nuestra confianza o tener nuestra repulsa.

Y sin más que decir, quisiera presentaron a Rafael Blasco del que lo último que se sabe es que acaba de ser nombrado portavoz del PP en las Corts Valencianes, se vislumbra en la nueva remodelación como uno de los hombres fuertes de Camps.

Pero claro, eso sólo dice poco. Este buen hombre empezó dando sus primeros pasos políticos en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico), partido de extrema izquierda de orientación leninista. Posteriormente se convirtió a la socialdemocracia y se pasó al PSOE. Allí, durante el mandato de Lerma en la Comunidad Valenciana, ocupó varias consejerías, hasta que fue destronada por un caso de corrupción no probado.

Ya posteriormente, sin empacho de ningún tipo, se arrimó a caballo vencedor y se afilió al Partido Popular de Valencia, donde bajo las órdenes de Zaplana detentó cargos de gran responsabilidad. Del Zaplanismo –en otro alarde cirquense—pasó al Campsismo, y con el actual President ha sido consejero para ser nombrado ahora Portavoz Parlamentario del PP.

Un animal político, sin duda, que debe detentar una marca difícil de batir: ser siete veces consejero, con dos partidos distintos y con cuatro Presidents diferentes.

Todo esto dice mucho del individuo. Cuyo máximo amor es el poder, por encima de las ideologías, de las tendencias o de otras minucias. El trepismo es su ideología básica y la cumple perfectamente. Últimamente seguro que su amigo Camps le da la oportunidad de cambiar de traje completo, en vez de cambiar de chaqueta, solamente.

Algunos dicen que sus ídolos son Berlusconi y Le Pen. Y que menos mal que no hay extrema derecha parlamentaria en Valencia, que si no, ya estaría comandándola, aunque fuera sólo por el hecho de saltar a otro partido. Vicio que domina a la perfección.

Y qué quieren que les diga, a mi este tipo si fuera del Partido Popular –cosa impensable y totalmente imposible—, no me daría ni un pelo de confianza. Y es que se pueden entender ciertos cambios ideológicos fronterizos, pero hay cosas difíciles de entender. Por ejemplo, otro caso a la inversa, el del ínclito Jorge Vestrynge. Vaya parejita.

Salud y República