Sigue, con mayor ardor, la rebelión amazónica en Perú

Alán García ha dado en hueso. Intenta ganar una guerra que él ha declarado y que ha generado la unión de las tribus amazónicas con el fin de defenderse de una ley injusta que intenta privarles de sus propiedades, echándoles de su tierra –viven allí desde hace cientos de años—, para abrir la Amazonía a multinacionales extranjeras.

Hay un acuerdo firmado entre Perú y USA para la explotación de esas tierras, sin haber contado con sus moradores centenarios --y así poder extraer las materias primas, como petróleo, oro, madera, piedras preciosas, etc.— que se ha sellado en la promulgada Ley Forestal y de Fauna Silvestre y la Ley de Recursos Hídricos.

Visto el cariz que han tomado los acontecimientos desde la masacre en la Curva del Diablo hace una semana, el gobierno ha decidido acusar al líder indígena Alberto Pizango de sedición, teniendo éste que refugiarse en la Embajada de Nicaragua. Como quiera que el hecho ha soliviantado, todavía más, a los aborígenes, el gobierno con ayuda del partido de Fuyimori y del partido derechista Unión Nacional ha decidido suspender la ley para volver a aplicarla cuando los ánimos estén aplacados.

La respuesta de los indígenas ha sido contundente: continuar con la revuelta hasta que se derogue la ley, puesto que entienden que los decretos que encierra son inconstitucionales ya que no fueron consultados como estipula el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Los afectados cuentan con el apoyo del Partido Nacionalista de Ollanta Omala, el partido más importante de la oposición en el parlamento de Perú y con el sindicato nacional más importante.

Alán García en su obcecación por conseguir explotar esas riquezas está llevando a su país a una crisis de incalculables dimensiones, que día a día se acrecienta. De momento ya ha sido acusado de una matanza originada por la policía, y las revueltas y hostigamientos van creciendo por momentos.

El hecho de haber tenido que pedir apoyo al partido de Fuyimori para suspender temporalmente la ley, es signo de la debilidad con la que cuenta. Su situación política es crítica y los indígenas no van a cejar porque se están jugando todo: su vida, su tierra y su cultura. No hay otra solución que la derogación de la ley. Aunque García no hace sino insistir en imponerla.

Si el presidente continua persistiendo en su intención de mantener la ley, este conflicto puede derivar en una guerra abierta de la que el máximo mandatario será responsable. No ha entendido o simplemente no quiere entender que por encima de cualquier riqueza está la diversidad cultural. Como ha dicho el representante español en el Foro Permanente de la ONU para Cuestiones Indígenas, Bartolomé Clavero: “El principal problema es el racismo que emana de unas normas que pretenden asimilar al indígena”.

Ell gobierno peruano olvida que antes de que los españoles llegaran a esa tierra, la Amazonía era el hábitat de los indígenas que quiere subyugar con el peso de una ley injusta. Hoy otros sectores de la sociedad peruana se están movilizando, y ayer se registraron manifestaciones en las principales ciudades, siendo especialmente numerosa la de Lima, que al grito de: “Alan asesino, igual que el Chino [en referencia al ex presidente Alberto Fujimori]" terminó con la intervención policial para disolverla. La convocatoria fue apoyada por organizaciones sindicales, universitarias y civiles.

Mi solidaridad con Alberto Pizango, que se ha visto obligado a salir de su país, perseguido por defender sus derechos primarios, y nuestra repulsa a un presidente que presumiendo de una ideología socialista (pertenece a la Internacional Socialista) es incapaz de anteponer el mayor bien de su país, la diversidad cultural y la vida de sus primeros moradores, a la explotación de esas tierras por parte de empresas multinacionales y de la alta burguesía peruana.

Salud y República