El meme de mi escritorio

Me lanza Freia (mi bitácora musical preferida) el meme del escritorio. Los memes son como satélites que se ponen en órbita y que nunca se sabe cuando pararán de dar vueltas o en qué lugar del espacio aparecerán mañana, si pierden su rumbo.

Yo que soy poco amigo, más bien nada, de las cadenas a seguir y de recibir premios, entiendo que si los memes tratan de dar a conocer más a la persona autora de la bitácora, cumplen una misión. Ya que nos hacemos un poco públicos con lo que decimos, añadamos, si queremos, algo más de nosotros.

Tengo dos ordenadores, uno en Rivas-Vaciamadrid, y otro en Kabila, mi refugio, cerca de Tortosa, que corresponden a los dos domicilios que tengo. Más o menos paso la mitad del año en cada uno de ellos. El escritorio del ordenador de Rivas no lo puedo mandar, pues no estoy allí, aunque os anticipo que en él están dos de mis nietas, guapas de narices.

O sea, que lo que veis abajo –por cierto, gracias a Freia que me ha dicho como reproducirlo, no tenía ni idea, ya sabéis, técnicamente soy muy justito— es en el que me encuentro ahora. Precisamente es la foto de Kabila, de ahí viene también el nombre de esta bitácora. Es la entrada, se puede ver el porche acristalado, encima del centro de la puerta de entrada, un letrero: Kabila, y en el olivo que hay a la derecha hay una bandera republicana, un poco destrozada por el viento, que aquí corre que se las pela (la tengo que cambiar y poner al lado del letrero). La casa está pintada en blanco y en azul añil, muy mediterránea al estilo de Sidi Abu Said, el pueblo blanco-azul de Túnez.

Es modesta pero es mi sitio. La encontré hace unos cuatro años. Era una vieja casa en un terreno rural lleno de olivos, pinos y almendros. Y desde entonces la hemos acomodado y hecha a nuestro gusto. Es el sitio donde paro (de parar) la mitad del año y donde paro (de parir) las entradas que algunos leéis y alguna cosa más.

Y aquí estoy ahora, en un sitio muy tranquilo, viendo cómo el sol se pone y se oscurecen las montañas que están al fondo. Aquí a siete km del Ebro, a diez del Parque Natural dels Ports (Monte Caro) y a treinta del mar mediterráneo. Para mí un enclave perfecto. Mar, montaña, río y alrededores hermosos. Por cierto, a pesar de cierta prensa y opinión pública que por ahí circula, los catalanes que por aquí andan son gente acogedora y amable.

Es de recibo pasarlo, así que a ver si lo sigue María, esa mujer andaluza que huele a mar y a emoción; también a Javier que con sus dieciocho años vuela en su Gabiota con una b de altos vuelos; y a June una periodista vasca que une la fuerza de su juventud con el oficio bien aprendido.

Salud y República