El cuento del final de la crisis

Acaramelados, con paso firme, juntos caminaban hacia Santiago. Unidos por la austeridad, Mariano se sometía a su reina teutona y le prometía más recortes, a cambio: sus chicos Arias Cañete y De Guindos obtendrán jugosos sillones en Europa. Es la ley de la oferta y la demanda. Tu puteas a los ciudadanos y yo te asciendo a tus muchachos. Y mientras tanto el fin de la crisis se aproxima.

No falta mucho, ya estamos a punto. Hemos corrido tanto en seis años que la meta se ve cercana. Estamos cerca del final. Del final de la crisis. Y será de aquí a unos meses, cuando estén más cerca las elecciones.

Con contundencia, con premeditación y alevosía, dirán que ha terminado la crisis. Que ya hemos pasado a otro estadio. Del estadio del escepticismo al de la felicidad. Porque por todos lados nos llegará que hemos atravesado la peor crisis, pero que hemos alcanzado la meta con sudor y lágrimas, eso sí, con los objetivos conseguidos.

Allí estarán los portavoces del nuevo orden, los Marhuendas, los Sanchezdragos, las Sansebastianes, etc., todos dispuestos a seguir con más fuerza que nunca la verdad de sus amos, las consignas genovesas.

Y nos dirán que todo ha terminado. Que el cielo se abre, que la vida vuelve a ser bella. Que nuestros males han llegado a su fin. Y habrá muchos que se lo crean. Nada importará. el paro seguirá cercano a los seis millones, seguirán yéndose decenas de miles de jóvenes a trabajar fuera de este país, los parados sin percepciones económicas serán más, el ejército desesperado de parados estará cada vez más dispuesto a trabajar a cualquier precio, la universidad será un lujo, los hospitales estarán llenos, habrá menos personas dependientes vivas. Los desahucios seguirán produciéndose, como también los beneficios de las grandes empresas y las ayudas a los ‘pobres’ bancos. Y sin embargo tratarán de meternos en la cabeza que todo pasó. Que el futuro es nuestro, cuando sabemos muy bien que es de ellos.

Se empeñarán en que todo a vuelto a la normalidad. Que podemos volver a pensar en un futuro. Un futuro que es el pasado. Un futuro que nos ha desnudado. Que nos ha dejado vacíos en derechos laborales, sociales y democráticos. Y dirán que es una nueva etapa llena de futuro. Un nuevo orden. Un futuro que nos transportará a treinta años atrás.

Nos repetirán: este es el único camino. Y ahora a trabajar los que podáis con sueldos y derechos quebrantados. Pero felices, porque la crisis ha acabado. Os hemos sacado de la crisis, gracias a nosotros habéis renacido. Nos debéis el futuro, pero no os preocupéis que ya lo estáis pagando. Vuestros hijos crecerán más y mejor en el extranjero, adquirirán experiencia. Se han acabado los motivos para manifestarse, para hacer huelgas, sólo los desarrapados y los extremistas violentos intentarán subvertir el nuevo orden establecido, pero no os preocupéis serán severamente castigados. Ha llegado la hora de la paz social, de la felicidad suma y nosotros estamos aquí para administráosla. Confiad en nosotros, en quienes os han sacado de la crisis. Y si no queréis veros en otra, ya sabéis lo que tenéis que votar. Vuestro sacrificio no ha sido en vano, al igual que nuestros beneficios.

Y las urnas se llenarán de sus votos, unos por intereses propios o por miedo y otros víctimas de la propaganda y la ignorancia. Y conseguirán imponernos su futuro en contra del nuestro, queramos o no, pues las urnas les darán la razón. Y al final, serán felices y sólo ellos comerán perdices.

Aún estamos a tiempo. No cometamos los mismos errores. No permitamos que políticos mentirosos y con objetivos espurios nos gobiernen. No nos resignemos, no nos rindamos, que no nos acojonen, hay otras alternativas, si no queremos que nuestra cobardía nos lleve al desastre final. No dejéis que este cuento se haga realidad.

Salud y República