Las cifras oficiales filipinas hablan de 2000 muertos. La ONU dice que son 10000. El caso es que este tifón, de nombre Yolanda –Haiya—ha sumido a Filipinas en la mayor desgracia de los últimos años, y eso que este país, de más de 7000 islas, todos los años es atacado por tifones, huracanes, maremotos y terremotos.
Cifras escalofriantes que dicen que hay 11 millones de filipinos afectados y 4 millones de niños con amenaza de hambrunas, sin hogar y sin las mínimas condiciones higiénicas. Lo que hace que las ONG y el gobierno filipino hablen de posibles brotes epidémicos que podrían hacer que esta tragedia se multiplicara.
Dicen algunos corresponsales de medios internacionales destacados en ese país asiático que, en las provincias afectadas, la gente que se ha quedado sin hogar y sin ningún medio deambula por las calles como zombis en busca de cualquier tipo de alimento y de agua.
Un tifón con rachas que llegaron a 380 km/hora es capaz de causar inmensos estragos. Llevarse edificios enteros, hacer volar árboles, destrozar carreteras y puentes, contar líneas de comunicación y de electricidad, además de acabar con los habitantes del lugar.
Sin embargo, como podemos observar cada vez que se produce una catástrofe gigantesca como ésta, afecta mucho más en las zonas pobres que en las zonas mejor equipadas, en los países subdesarrollados que en los desarrollados. Por lo tanto, hemos de conformar que aunque estos fenómenos tengan consecuencias graves, dependiendo de que la zona esté más o menos preparada, cuente con mejores o peores infraestructuras, los daños pueden ser muy distintos.
Un ejemplo claro es el de dos países situados en una misma zona, Japón y Filipinas. En ambos países ocurren con frecuencia estos fenómenos atmosféricos y sin embargo los resultados son muy distintos. Por ejemplo, se calcula que el número de muertos en el caso de Filipinas, ante un caso similar en Japón, se multiplica por diez.
De ahí que sea esencial la ayuda a estos países para que puedan construir edificios e infraestructuras más seguras y tengan medios para poder acometer con rapidez y eficacia las consecuencias de estos fenómenos. Sin embargo, el porcentaje de ayuda al desarrollo de los países ricos no sólo no sube, sino que baja. Ese 0,7% que se considera mínimo por la ONU, hoy en España se ha reducido a un escaso 0,2%. Una ayuda miserable que convierte a los gobiernos de los países desarrollados en cómplices de estas miserias.
Siendo verdad que no es posible dominar a la naturaleza, también es cierto que en muchos casos es posible hacer algo más de lo que se hace. Por ejemplo, es vergonzoso el desprecio que desde el primer mundo se hace a las consecuencias que provoca el cambio climático, a sabiendas de que los científicos afirman con claridad que es un acelerador de estos fenómenos catastróficos. Y se siguen sin tomar medidas, posponiéndose las soluciones, mientras cada día se sigue aumentando el agujero de ozono, con lo que se multiplican los efectos negativos de estos sucesos.
Mientras, hoy en Filipinas siguen apareciendo muertos, siguen pasando hambre millones de personas, siguen muriendo heridos sin poder ser atendidos y se están dando las condiciones para que se produzcan epidemias graves. Hoy, después de cuatro días, ha llegado a Filipinas el primer avión con ayuda internacional. Cuatro días es mucho tiempo, cuatro días son muchos muertos, cuatro días son interminables cuando no se come, cuando se está herido y nadie puede curarte, cuando no tienes casa y has perdido a tu familia. Y todo esto sabiendo, desde hace más de diez días, que este tifón se iba a producir con esta intensidad.
Por lo tanto, la responsabilidad no es sólo de la madre naturaleza. Hoy, se puede hacer mucho más, y sin embargo, quienes pueden hacerlo, se dedican a ver los telediarios sentados en cómodos sillones y sin tomar decisiones para que los daños del próximo tifón, maremoto o huracán se minimicen. Y es que no están dispuestos a evitarlo. Al fin y al cabo, Filipinas es un país pobre y queda lejos. Alea iacta est.
Salud y República
Nota importante: Quien quiera ayudar a esta causa puede ver cómo en este artículo del periódico Público.
1 comentario:
Es tremenda la impotencia que siento ante la indiferencia sobre el cambio climático de los países en general que no se ponen de acuerdo para reducir la contaminación que provoca el cambio climático, y tendremos que escuchar muchas mas tragedias sin que se ponga remedio, al final nos iremos al carajo por idiotas...
Salud
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