En busca del personaje (24). La cultura como terapia

Domingo de personajes. Ya saben, el juego que trata de acertar cinco personajes, basándose en un texto –sin ninguna pretensión—, donde se encierran las pistas que nos llevarán a ellos. La foto y la canción final también son pistas.

Hace quince días, en la última edición, los personajes fueron:

Andrés Montes, Igor Stravinsky, Amedeo Modigliani, John Steinbeck y Mercedes Sosa. Los adivino todos, ¡pleno!, mi querida amiga la condesita Freia.

Y ahora pasemos al texto, la foto y la canción de hoy, donde están las pistas suficientes para adivinar a los cinco tapados: 

No le interesaban todos los personajes. Los tenía catalogados en fichas y trataba de hacerse con alguna de sus pertenencias. Javier, había conseguido obtener algo de los más de quinientos que tenía catalogados. Prefería los más notorios, por ejemplo, artistas con el Goya o el Oscar, escritores de la Real Academia, pintores actuales, diseñadores importantes.

Su casa tenía tres habitaciones que parecían un museo. De Alaska a Felipe González pasando por escritores como Benet o Mendoza. Ministros, cantantes, todas las reliquias le valían, si el individuo era importante. Woody Allen era una excepción, sobretodo se trataba de personajes españoles de los ochenta. Le fascinaba la movida de Madrid.

Su padre era filósofo, aunque su afición por la música le llevó a formar parte de una orquesta. Su madre era vasca, de San Sebastián, de familia de artistas, él había nacido en Guernica y posteriormente, hasta los dieciséis años, estudió en Mondragón. Desde hacía diez años vivía en Valencia. Cursó estudios diplomáticos aunque su pasión era el arte, especialmente el diseño.

Todos los recuerdos que guardaba era de niño, de la década de los ochenta, desde la polémica de la OTAN, al programa La bola de cristal, a la designación de Barcelona como ciudad olímpica o a la música de Nacha-Pop. De joven jugó al rugby y luego se dedicó a las artes plásticas, a principios del siglo XXI llegó a exponer en el George Pompidour.

Era un hombre sentimental capaz de llorar cuando vió Mar adentro, pero también duro como un John Wayne cualquiera…

Pues nada más. Adelante y a acertar.

Salud y República