Pedro Jeta se quita la careta

Una ley que se ha quedado corta como la de la Memoria Histórica, una fiscalía del Estado, independientemente del color del gobierno, cuya actitud ante los crímenes del franquismo, desde la transición, ha sido de una pasividad absoluta y unos jueces que hasta ahora estaban dedicándose (y me parece bien), a perseguir crímenes y genocidios fuera del Estado Español, en Chile, en Uruguay, en Argentina, en Colombia, olvidándose de los cometidos aquí por los golpistas en la guerra y en la posguerra (y me parece mal), habían dejado sin salida la recuperación de los cuerpos asesinados, hasta hoy desaparecidos, durante ese periodo de cuarenta años.

Pues bien, el juez Garzón, más vale tarde que nunca, ha iniciado los trámites para la elaboración de un censo de desaparecidos durante el periodo de la guerra y la dictadura. Y naturalmente la derecha facciosa ruge y protesta por “tamaña felonía”. No, no hay que mirar atrás, dice Rajoy, es una pérdida de tiempo, proclaman los derechosos, hay cosas más importantes a las que dedicarse. Cualquier excusa para no devolver la dignidad y los restos de los asesinados a sus familias. Siguen convencidos, estoy seguro, de que aquello se produjo como un mal menor. Para salvar España.

Y la prueba más fehaciente la tenemos en el director de El Mundo. A ese impávido y abyecto personaje, creador de confabulaciones, manipulador de pacotilla y conspirador nato, se le ha terminado de caer la careta de demócrata liberal.

Ahora su bestia parda  es el juez Garzón. Tanto le ha atacado que la Audiencia Nacional, en pleno, ha pedido protección al Consejo General del Poder Judicial por entender que se extralimita y que ejerce una presión ofensiva sobre Garzón. La contestación de PJ no se ha hecho esperar y como siempre, basa su defensa en aras de la libertad de expresión. O sea que el puede decir lo que quiera a quien quiera pero que nadie le moje la oreja, porque entonces se rebela y se revuelve enfurecido como un oso herido. Además, critica a los jueces por dedicarse a cuestiones poco importantes, olvidando lo prioritario. Como si no se pudieran dedicar a más de una cosa. Así, los jueces podrían dedicarse a este caso: recopilar un censo de desaparecidos, y también podrían devolver a la propiedad pública, la piscina que el personajillo tiene en Mallorca, construida en terreno público.

Y sí, no es el juez lo más importante, lo que le duele es que le toquen ese franquismo que tanto ha defendido. Por ejemplo, dejando que se publicaran esquelas apologistas en su periódico. Por ejemplo, haciendo declaraciones (se pueden escuchar aquí) que turbarían hasta a los propios franquistas reconvertidos, como proceso necesario que facilitó la transición. Por ejemplo, en su lucha contra la ley de la Memoria Histórica. Por ejemplo, por defender el golpe de Estado: “En su origen, el franquismo producto de la Guerra Civil fue la respuesta a los excesos, abusos y crímenes de la II República”.

Este es su retrato, que nadie se confunda, es un franquista que le gusta autodenominarse liberal. Un liberal verdadero no sería capaz de mantener lo que este individuo ha declarado defendiendo el régimen y ofendiendo a sus víctimas. También es verdad, que su calaña le puede llevar a defender otras causas mejor pagadas. ¡Ojo!, porque no olvidemos que además de franquista, y por encima de todo, es amarillista y pesetero.

Salud y República