Millet o el juez que no ve

Voy a tocar la corrupción, que en los tiempos que corren tampoco es moco de pavo. La verdad es que podría elegir, porque hoy en Andalucía se han abierto tres casos más. Pero, dejemos esos casos incipientes y vayamos a uno que en los medios tradicionales y en la blogosfera se ha tocado poco.

Probablemente tapado por la crisis, los presupuestos, el caso Gürtel, , las puñaladas peperas, ETA, y tantas otras noticias, parece que el caso de Millet, ya saben el trincante del Palau, ha pasado bastante desapercibido.

Sin ir mucho al caso, que seguro que todos conocen a grandes rasgos, diremos que este hombre, Felix Millet i Tusell ha desviado, desvalijado, saqueado, trincado unos milloncejos, del Palau de la Música. Él y sus compinches ya han reconocido 3,3, el fiscal dice que hay probados por lo menos 10, y la auditoría que se está haciendo habla de 20 millones. Suma y sigue. Pero no importa, pobrecillos como dice su abogado, Millet y su compañero Montull han pasado por el escarnio y la vergüenza de confesar –¡hay que pena más grande!—, que no es poco.

Además ha quedado demostrado que es un “honorable ciudadano”, ni más ni menos que tiene La Creu de Sant Jordi que ahora el gobierno catalán pretende que restituya. Su currículo se completa con su pertenencia a la FAES, ya saben esa fundación que presíde el señor de la guerra.

Bien, pues ahora viene lo bueno. Lo último es que el juez –¿será amigo de De la Rua?— a pesar de que ellos ya han confesado que han birlado tres millones, les ha dejado en libertad y sin fianza (¡angelitos!, les ha retirado el pasaporte. Ya saben ustedes que sin pasaporte uno está perdido en la inmensa Europa y que si quiere, debe tener muchas dificultades para que le fabriquen otro), el señor juez no ha encontrado razones para encerrarlos, o para pedirles una fianza, no piensa que pueda destruir pruebas ni que desaparezca (para empezar, se sabe que tiene cuentas en bancos suizos). Se ve que tres millones (reconocidos) son pocos para el señor juez. Uno que es mayor, será por eso, los convierte a pesetas y le salen quinientos millones y me tititiembla el pulso.

Quizás, jurídicamente, haya posibilidad de interpretar, sin salirse de la ley, una decisión como la de este juez, pero desde luego, permítanme que, al no ser político, ni hombre de bien, sino simple ciudadano cabreado, no tenga por qué guardar las formas y me parezca una decisión vergonzosa. Lamentable. Este juez es un tipo que como mínimo, y no quiero pensar mal, no es capaz de sentir como siente la genta normal y corriente; eso sí, sin haber hecho oposiciones de juez, que, sin duda, --por lo que se ve últimamente— imprime carácter. Y yo me preguntaría, ¿a cuántos delincuentes ha condenado este juez por mucho menos? No tengo datos, pero apostaría que a unos cuantos.

Si con una cantidad así, a un tipo y a su compinche no se les ve con intenciones de salvarse como puedan, es que o el juez es miope moral, o es más que amigo –últimamente se lleva mucho, esa figura entre los jueces—, o es porque tiene la Creu, o…

A todo esto una parte del dinero, en concreto la pequeñez de 630.000 euros fueron desviados a la Fundación Trías Fargas, vinculada a Convergencia Democrática. Y el pobre Mas, ya saben el heredero de aquel llamado Pujol –que no sé por qué me recuerda a no se qué de la Banca Catalana—, ha dicho que lo devolverán, pero que no de golpe, porque sería reconocer que son culpables. ¡Tócate la mandolina! Pero, dónde ha quedado el seny, eso que dicen –y constato que en muchos casos es verdad— que tienen los catalanes.

En fin, una detrás de otra. Otro culebrón para emponzoñar este país, una ayudita para que la gente se escandalice más de lo que está y termine de tener confianza en la Justicia y en los políticos. Y no quiero seguir, porque pierdo el control y puedo decir alguna burrada más.

Y por cierto, a pesar de todo, no todos los partidos, ni todos los políticos, ni todos los jueces son iguales. Que no sea esa la conclusión que se saque, porque haríamos un flaco favor a los honrados –que los hay--, y eso sólo beneficia a los sinvergüenzas y provoca que se difunda la mangancia y el choriceo como paradigma de la Política y la Justicia. 

Está claro que la crisis existe, pero me da que además de económica es ética.

Salud y República